Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Gipsy
Gipsy
36 - Lealtad
“Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro”. (Anónimo)
Mi perro tiene corazón humano, leal, ardiente, generoso, atento; Y en su mirar oscuro y somnoliento flotan estrellas de fulgor lejano. Veo su lengua acariciar mi mano con afecto y con agradecimiento; no me mostró jamás resentimiento, y más que un fiel amigo, es un hermano. Me ve por lo que soy, no lo que tengo; lo que le ofrezco acepta, no lo exige; y si le dejo solo no se ofende. Eufórico saluda cuando vengo; más por amor que por favor se rige, y ni olvida, ni juzga, ni pretende.
Los Angeles, 19 de septiembre de 1997
"Gipsy" fue el primer perro, bueno, en realidad, perra, a quien de verdad he podido llamar mía. La adquirí en 1984, poco después de haber comprado la casa en que aún resido. Tenía tres meses y era una verdadera delicia. Siempre lo fue. Un carácter dulce, suave, juguetón. Nunca se le vió un gesto airado. Tan pronto como llegó a casa empecé con una serie de trabajos de carpintería, mi afición en aquellos tiempos, y me propuse construir la casa más sofisticada que ningún perro haya podido tener. Claro que el papel de las paredes interiores, con motivos geográficos, no duró mucho, y la puerta, con un muelle que siempre la mantenía cerrada, fue sistemáticamente mordida, supongo que en momentos de aburrimiento, hasta perder una buena parte. De todos modos, la casa subsiste después de haber sido utilizada por cuatro generaciones de perros: Gipsy, Argos, Lady, y Ginger. (Ginger es la perra de Andrew, mi hijo, que ha estado con nosotros desde Septiembre 2002 a julio 2003). A Gipsy le encantaba ir de camping con la familia. Bueno, le encantaba todo, y siempre tuvo un cariño muy especial por toda clase de animales, particularmente los gatos, de los que hubo en casa dos durante una buena parte de su vida. Todavía nos acompañan, 'Frisky' y 'Logan'. Ella los adoptó como si fueran sus hijos. Aún los pájaros venían a aprovecharse de su comida, y ella los contemplaba como si tuvieran su derecho a ello. Para evitarlo tuve que construir una caja donde poner el plato de la comida, con un resorte en la tapa, que se abría sólo cuando Gipsy se acercaba y ponía su peso en una plataforma. Fueron años en que me refugié tanto en ella, como en Argos, que llegó al año siguiente, y que me hicieron llenar las horas libres. Tuvo muchos problemas con sus oídos, y buena prueba de ello son las facturas del veterinario. En 1995 se nos fue con bastante rapidez, debido a una forma de cáncer que se extendió muy rápidamente por su cuerpo. Fue un golpe muy duro, porque había llegado a ser desde el principio un miembro más de la familia. Pero todos estuvimos a su lado cuando fue necesario darle la inyección final para evitar que sufriera más. 'Argos' se quedó sin compañera, aunque él también quiere mucho a los gatos, pero no es lo mismo. Así que decidimos buscarle otra compañera, pero tenía que ser, como él, mezcla de 'golden retrieer' y 'pastor escocés' (sheltie), porque esa misma combinación había demostrado en él ser maravillosa. No fue fácil, pero al fin encontré una. Sólo que en 'Argos' predominaba el 'pastor escocés' y en 'Lady' el 'golden retriever'. También 'Lady' fue una excelente compañera para 'Argos', hasta su muerte. Algo curioso sucedió cuando abrí una webpage para 'Lady'. Una mujer de Barcelona (España) de algún modo entró en esa página y al ver la foto de 'Lady', tan tan parecida a su perrita 'Lusy', me envió un email. Ese fue el principio de una maravillosa amistad que ha sobrevivido varios años y mucha turbulencia. Cuando 'Lusy' murió hace años, la animé a adquirir un 'golden retriever', por la excelente experiencia que yo había tenido con esa raza. Y así lo hizo ella, bautizando a su nueva perra...'Gipsy'. En cierto modo era como mi 'Gipsy' de alguna forma hubiera ' resucitado en la distancia. Dos fotos de la nueva 'Gipsy' aparecen más abajo, tomadas en una de mis visitas a Barcelona. Gipsy y Argos
Gipsy con Argos en su infancia.
Gipsy y Argos
Gipsy y Argos, observando al gato Frisky
Gipsy y Frisky
Gipsy con el 'bebe' Frisky, muy amigos. A Gipsy le encantaban todos los animales, aún los pájaros que le robaban su propia comida.
Gipsy
Gipsy en su 'complejo residencial'. Se comió la esquina de la puerta.
La otra Gipsy
Bueno, otra Gipsy, de la misma raza; ésta vive en Barcelona, España, y su dueña, una excelente amiga mía, la nombró como mi perra, que ya había muerto al adoptar la suya.
La otra Gipsy
Gipsy de Barcelona, sucesora de otra. perra, Lusy, igualmente muerta algo antes de ser Gipsy adoptada.
"Lusy" (Tríptico)
I - Voz del más allá
“Lusy”, perrita de 15 años, dormida para siempre
Abre a la luz los ojos, y encadena las lágrimas vertidas a raudales, que he alcanzado los campos siderales libres de adversidad, fatiga y pena. Nada en mi nueva juventud me frena, porque aquí somos todos inmortales, sin las limitaciones y los males a que la vida en tierra nos condena. Fue contigo magnífica mi vida; tanto te amé, aún más en la partida, que no has de lamentar tu decisión. Sentí tu mano en mi último momento, tu suspiro mezclado con mi aliento; y al partir, me llevé tu corazón.
Los Angeles, 6 de marzo de 1999

II - Gipsy recibe a Lusy
He atravesado a nado el manso río que marca de la vida la frontera, y al punto de pisar la otra ribera mi cuerpo ha recobrado nuevo brío. Sobre la fresca hierba y el rocío se respira perenne primavera, y una recién hallada compañera trota incesantemente al lado mío. Gipsy durmió el postrero de los sueños hace tres años ya, pero en sus dueños no se han cerrado aún las cicatrices. No nos lloréis, que no nos hemos ido. Siempre en la noche oiréis nuestro ladrido, y sabréis que las dos somos felices.
Los Angeles, 8 de marzo de 1999

El tránsito
Monólogo de la dueña
¡Cómo fueron los años triturando a duros martillazos su energía! Y cómo me negué día tras día a aceptar el final que iba llegando. En sus ojos la luz se fue enturbiando en neblina de gris melancolía, y otra neblina en la mirada mía desenlazada en lágrimas rodando. Se fue serenamente, sin temores, y una aglomeración de ruiseñores la transportó a un palacio inmaterial; y desde allí me observa cariñosa, tras la cristalería luminosa de un mágico y etéreo ventanal.
Los Angeles, 11 de marzo de 1999
Diseño: Carmen Álvarez
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