Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Bek
Bek
Ojos de calma y actitud traviesa, como pícaro niño que medita, bajo inocente aspecto, sus trastadas; usurpa cualquier cosa de la mesa, y con descaro encantador me invita a separar sus fauces apretadas.
FAH
1568 - Bek
De nuevo el mundo se ha vestido de oro, no el que todos conocen, sólo el mío; nueva cola se agita, yo sonrío, y por la cola inmóvil ya no lloro. Si bien a los pasados aún añoro, cada cual con su espacio en mí vacío, para este golden en el alma amplío el ámbito de aquello que atesoro. Perdido vino, sin saber de dónde, ni a qué nueva familia corresponde ofrecerle el cobijo que mendiga. Entre los dos idéntico dialecto, él voraz de caricias, yo de afecto, las recibe de mí, me lo prodiga.
Los Angeles, 8 de octubre de 2006
Golden Retriever, nacido en 2003, adoptado el 30 de septiembre de 2006. Muerto repentinamente en la madrugada del 3 de marzo de 2012. Le di el nombre del perro del científico ruso Pavlov, que investigó en él los reflejos condicionados.
1888 - Bek
Ah, la mirada tranquilizadora, clara y directa de mi perro, atento sólo a mi gesto, en sumisión, contento de yacer a mis pies, hora tras hora. Feliz presento, cuando se incorpora, mi muslo a su cabeza; en tal momento me revelan sus ojos crecimiento de animal en amigo, que me implora suave palabra, prolongado roce; ambos, tacto y sonido, reconoce como idénticas formas de cariño. No hay misterios al fondo, sólo afecto, diafanidad, euforia, y me conecto con él como lo haría con un niño.
Los Angeles, 18 de junio de 2008
Cada cual a su estilo
Con sus ojos redondos, enigmáticos, y destellos de siglos, o de instantes, me observa Mishka. Lentamente ondea su larguísima cola. No hay mensaje ni en su inmovilidad de negra estatua, ni en su mirada fija, impenetrable. No entiende lo que pienso, o sí lo entiende, pero no se estremece, exasperante su carácter felino, en que las cosas no se han de revelar, sólo se saben. Y yo tampoco acierto a ahondar en su silencio. Qué contraste con mi otro amigo, Bek, golden retriever, acostado a mis pies, o importunándome con festiva exigencia de caricias. Sin hablarle, me escucha, y al mirarme conoce lo que pienso, y me lo dice con esos ojos de bondad, tan grandes. No hay en ellos misterio, todo tan límpido como agua y aire. Hablamos en silencio, y entendemos los dos ese lenguaje mejor que si esgrimiéramos palabras; cuanto siento y medito está a su alcance. Su mirada refleja en ocasiones mi propio desaliento, a veces arde en su fondo la llama que me incendia, a veces es tan triste como el ángel de la muerte en el mármol de las tumbas, a veces simplemente es entrañable, como cuando escuché el primer te quiero de la única mujer que supo amarme. Sus ojos son mi espejo, en ellos veo cuanto bajo mi piel se agita o yace. Tienen la voz sedosa, aunque callada, que acaricia y sosiega al contemplarme. Mishka me observa solitaria, inmóvil; Bek se vincula a mis intimidades.
Los Angeles, 22 de octubre de 2008
Mishka
Bek y Daniel
Daniel y Bek
Bek
Dialogo con mi perro. No es que entienda ciertas órdenes, gestos o vocablos. Eso lo entienden todos, desde su primer grado. Bek no ha cursado estudios, mas su nivel es de universitario. No sólo absorbe cuanto le platico, sino que me responde, tan…humano. Dos formas inequívocas mantiene de expresarse: Los ojos y las manos. No el ladrido o la lengua, eso es para los perros iletrados. Bek me mira de frente, y acepta mi mirada sin reparos, y en sus ojos dibuja cada respuesta, y cuando entusiasmado, reafirma con sus patas delanteras sus estados de ánimo. No es un perro de juegos, más bien de afectos puros, instantaneos, con frecuencia exigente, un más, y más, y más, que no me canso. Pero qué claridad en sus mensajes, como si el alma le brotara a saltos a través de pupilas tan oscuras flotando sobre círculos dorados... Sabe tanto de mí, porque si escribo, percibe, aunque no lea, mis desmayos, el gozo que me agita, y el dolor que se clava en mi costado. Y advierto la alegría en su talante, y me acompaña a veces en el llanto. Acostado a mis pies, vigilia o sueño, eres, amigo Bek, el firme abrazo que me niega el destino en ocasiones, la lealtad perdida en el naufragio de los días perdidos, mi propia sombra unciéndose a mis pasos.
Los Angeles, 24 de noviembre de 2009
A mi fiel amigo Bek
Un día me iré, amigo; me iré al lugar oscuro, indefinible, al que forzosamente caminamos, y del que nadie consiguió evadirse. No será deserción, ni desamparo, por no haber sido mi obra; cada origen lleva tatuados el lugar y fecha de su final, con rasgos invisibles. Estamos programados a la muerte desde nuestras raíces. Ese día, esa noche permanente, tus grandes ojos tristes me buscarán en el salón, la alcoba, por la ventana en patios y jardines, mas sobre todo en este rinconcito siempre tan nuestro, donde tu yaciste a mis pies tantas horas, cuando, soñando amores imposibles, o reprimiendo lágrimas, o jadeante de ímpetus de tigre, generaba mis versos, genuinos hijos de las más sensibles fibras del alma y de la piel, surgiendo como palomas, águilas o cisnes de esta pantalla conectada al mundo, en diálogo vital de Eros y Psique, de espíritu y de carne, idea y tacto. Amigo mío de ojos de violines, de insaciable exigencia de cariño en urgencias y ardor nada sutiles, forzando la cabeza entre mis brazos, tú, tan hambriento de caricias; dime que volverás, aunque sin mí, a este espacio compartido por ambos y ya libre, apagado el pc, la pieza a oscuras, la silla inmóvil, y la superficie de la mesa desierta de papeles, los de palabras vivas, y los grises, enterrados ya en féretros de plástico, negro silencio para voces vírgenes. Dime que mantendrás el breve espacio en que ahora yaces a mis pies, al irme; mi compañero fiel de tantos años, de las horas calladas, y felices. Sabrás, sin duda, que una vaga sombra te acompaña, a los otros invisible; y moverás la cola, como siempre, para darme a entender que no estás triste.
Los Angeles, 14 de enero de 2010
Post mortem
2915 - Bek (I)
Fue todo corazón, fue compañero de largas horas, a mis pies tendido, aun bajo el sueño, alerta a cada ruido, y a nadie, humano o bestia, forastero. Me lo llevó la Muerte, en su velero súbito y negro, y el hogar, dormido, no fue consciente hasta que el estallido de la mañana iluminó el otero. Sereno, inmóvil, lo juzgué en su mundo de fantásticos juegos, vagabundo por fértiles, utópicas praderas. Le di su tiempo. Nunca lo despierto hasta que él me reclama, o cuando advierto que es hora de surgir de sus quimeras.
Los Angeles, 5 de marzo de 2012

2916 - Bek (II)
Mas no habría esta vez efervescencia de saltos juveniles, ni premura de salir al jardín, y vi la dura, trágica realidad en transparencia. Me arrodillé a su lado. Mi elocuencia se limitó al silencio, a la ruptura de mis ojos en lágrimas. Qué oscura la mañana radiante en su presencia. Tan súbita evasión, sin despedirse; o tal vez fue opcional, porque el morirse tan de repente abrevia el sufrimiento. No quiso prolongarme la agonía de observar su descenso, día a día, a la sombra, en dolor y abatimiento.
Los Angeles, 5 de marzo de 2012

2917 - Bek (III)
A paso de alazán, de legionario, como si ágil rival nos persiguiera, avanzada la noche, en la frontera del sueño y la aventura, itinerario, si inalterable, nunca rutinario, ambos al mismo ritmo, por la acera de las calles desiertas. Qué manera de forjar alianzas a diario. Bek, vinculado a mí por el sendero, era incontrovertible compañero sin quien no se concibe la salida. Y en mutuas, mágicas revelaciones, redescubrimos múltiples razones para estar satisfechos de la vida.
Los Angeles, 5 de marzo de 2012

2918 - Bek (IV)
He vuelto a caminar, mi fiel amigo, aunque sin ti. Tu sombra me acompaña. Mas el vacío, al fondo de mi entraña, es soledad que va también conmigo. ¿Marco yo el paso, o soy yo quien te sigo? Siempre fuimos al par, con esa extraña, sorprendente cadencia, que ahora engaña, pues no sé si me incitas o te instigo. Te percibo a mi flanco, tal que nunca te hubieras ausentado, y no se trunca nuestro ritmo de ayer por donde voy. Compañero de marchas, aún me asiste tu invisible presencia, y como fuiste estos últimos años, eres hoy.
Los Angeles, 6 de marzo de 2012

2919 - Bek (V)
Corre, juega en los campos celestiales que reservara Dios a los que han sido fieles amigos y han comprometido sus vidas y entusiasmo a los mortales. Ni enemigos tuviste, ni rivales; tú, Francisco de Asís, reaparecido bajo dorada piel, cuyo ladrido fue de hermandad a gentes y animales. Únete al grupo que habitó esta casa, y que te precedió. Sólo fracasa quien en la vida no ama a los demás. Corre, juega, en la mágica pradera de esa zona de eterna primavera. Diré tu nombre, y tú lo escucharás.
Los Angeles, 6 de marzo de 2012

2920 - Bek (VI)
Llegan noticias de ella, mi colega, dejándome su vida indiferente. Quizá tenga un amante, o se lo invente; tal vez ardides de añoranza juega. Me da igual si alardea, finge o ruega; su regreso esperé, fiel e inocente, mas no ya; que el amor, amigo ausente, ni siquiera la muerte lo doblega. De ti aprendí dedicación y apego, únicos leños en que el ágil fuego del querer se alimenta y permanece. Ahora, sin ti, parecen más vacías las antiguas palabras, suyas, mías, pues tu actitud ni es humo ni envejece.
Los Angeles, 7 de marzo de 2012

2921 - Bek (VII)
Te converso en voz baja en mis andares, en soledad de ti, sin ser oído de extraños transeúntes. No hay gemido bordando mis palabras, ni hay cantares. Es sólo intimidad; las familiares frases de siempre, de las que han huido tonos declamatorios y el sonido de exaltación que rige en los hogares. He comenzado, amigo, a referirte mis cuitas e intenciones, y a reunirte de nuevo, por la fe, con tu patrón. Pues aunque te hayas ido, sobrevives a mi lado y en mí. Ven, no te prives de prorrogar tu vida en mi adopción.
Los Angeles, 7 de marzo de 2012
Diseño: Carmen Álvarez
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