Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Erótica
Brevería 1969
En soledad, mujer enamorada, perdido el brazo en torno a tu cintura, a ti misma abrazada, en noche tan desierta, tan oscura. Hay canciones de amor en cada calle, se encienden las farolas, se pueblan de calor montaña y valle, y el temblor de tu sexo… tan a solas.
Noche de sombras, sombras de noche
Despierto estoy. Quiero dormir la sangre, pero sigue gritándome en las venas; no me deja dormir, se me revuelve no sé si en alborozo o si en protesta. Es como perro que a su dueño muerde, y ni caricia ni rigor le aquietan. O tal vez es el potro mal domado, que no atiende a la fusta, y se rebela. Se me alborota el cuerpo, la piel se me caldea. Oigo nombres al fondo de la mente, que toman forma en sombras o siluetas, me acosan, ruegan, tiran de las sábanas, y susurran ofertas. Floja, la voluntad se debilita. No me defiendo ya. Que me posean. Tantos ojos y labios entreabiertos, tantas manos y lenguas, y tantos senos sólidos, redondos… Se arrojan sobre mí, me manosean. Y de repente ya no soy el ciervo sin agresividad, o la gacela. Se me alargan las garras en los dedos, y los colmillos, ahora soy pantera, desatándose todos mis instintos, derramándome a chorros entre piernas abiertas sobre mí, desconocidas, en cien abrazos, penetrando grietas húmedas, receptoras y convulsas, que saben exprimir, que me doblegan. Lentamente las sombras irán desvaneciéndose. Una niebla viscosa, gris, envuelve el aposento. Vuelve el silencio. ¿Se ausentó? Las venas arrastran sangre ya sin fuego, y callan, como callan las manos de la ausencia. Con afabilidad me toca el sueño, leve tacto de seda.
Los Angeles, 23 de junio de 2009
Diseño: Carmen Álvarez
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