Brevería 1984
A tu espalda mis besos se encaraman,
por ella se deslizan,
como niños en vivo tobogán.
Sobre las blancas nalgas se derraman,
y los senos, desiertos, agonizan.
¿Cuándo sus propios besos llegarán?
A tu espalda
Mis manos se arremolinan
desde tu vientre a tus senos
al retrasarse tus pasos
en la frontera del sueño.
Tan callada, tan inmóvil,
tan voraz yo, tan inquieto.
Pecho adosado a tu espalda
con el corazón sin frenos
en carrera de latidos,
y tus latidos tan lentos
que no consigo dejar
sincronizados los ecos.
Suave llamada la mía,
no es voz clara, es balbuceo
de imperceptibles suspiros,
navegando en el aliento,
y enredados en la oscura
maraña de tu cabello.
No los oyes. En la niebla
de tu espacio soñoliento
se deshacen los sonidos,
pero responde tu cuerpo
a la insistente llamada,
cálida, del sexo erecto,
con incipientes temblores
de muslos semidespiertos,
cuatro columnas truncadas,
cuatro ríos paralelos.
Vuelves de la bruma, vuelves,
melodía de silencio
en cuerdas de arpa perdida,
recobrada entre mis dedos.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2000