Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Sutilezas

Índice

Sonetos:
El hijo Parábola (II) Fragancia Sombra (I) Sombra (II) Sombra (III) Inmóviles relojes Arranca lo plantado
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Breverías

2411
No grites tanto amor, que me ensordeces; susúrralo, no más. Hay tanto ruido cruzando nuestros límites, que a veces se nos rebela el duende del oído. La palabra desnuda, subrepticia, lleva temple más vivo y penetrante; y si al hablar, envuelve y acaricia, tendrá la madurez de buen amante.

2412
Mis ánforas rebosan de tristeza, y del amor voraz que nadie toma. Tantas copas colmadas y vertidas… ¿Dónde la persuasión, la gentileza, diestras en la estrategia y el idioma de la sensualidad entre dos vidas?

2413
Mis manos en las tuyas. Fluyen ríos, no sé si de inquietud o lava ardiente, bajo la superficie de tu piel. Y en cada uno de tus escalofríos se hace tu voluntad más transparente, mujer fundida de arrebato y miel.

2414
En los grilletes del amor perdido, en la sombra mental del calabozo que erigiera el recuerdo a cal y canto; por la distancia y orfandad vencido, aún me llega su voz, y ese es mi gozo; mas no alcanzo su piel, y ese es mi llanto.

2415
Desnuda era más bella, sin disfraces de seda o maquillaje. ¿Acaso el ópalo, el clavel, la estrella, requieren ornamentos o ropaje?

Sonetos

2549 - El hijo
El hijo que tu vientre hoy abandona, que abre los ojos a esta luz templada, y ya habla a gritos, sin decirnos nada, o son tal vez verdades que pregona; este ser entrañable que corona nueve meses de dudas, de callada y anhelante esperanza, ya colmada en su tierna apariencia retozona; este punto de vida diminuta colgado de un pezón, que te disfruta libando el néctar, frágil colibrí; te llamará, con embeleso, madre, e impropiamente habrá de llamar padre a quien nunca lo fue, porque lo fui.
Los Angeles, 13 de enero de 2011
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2550 - Parábola (II)
“Y diré a mi alma: alma, ya tienes bienes para muchos años: descansa, come, bebe, banquetea. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche te arrancarán el alma. Lo que allegaste ¿de quién será...?” (Lucas, 12, 20)
El toque mágico de Midas tienes, transformas todo en oro entre tus manos, o en rítmica belleza. Los veranos colman de rubia mies tus almacenes; te coronan de pámpanos las sienes las bacantes de otoño, y en paganos ritos de vino y risa, cortesanos y plebeyos acatan cuanto ordenes. De pétalos de rosa en primavera cubres tu lecho, y siempre una ramera te ofrecerá el placer que has requerido Mas un crepúsculo de invierno oscuro, al cortársete el hilo del futuro, tus cosas quedarán, tú te habrás ido.
Los Angeles, 13 de enero de 2011
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2551 - Fragancia
Olfatea mi perro cada pieza de indumentaria sobre mí, y archiva en su íntimo fichero cada activa emanación que capta su agudeza. Cada volumen de su elenco empieza por nombre, fecha y sitio, y en festiva prosa canina frívolo cautiva rasgos de júbilo, dolor, tristeza. Hoy mi perro me acecha, me barrunta, como si formulara una pregunta sobre cierta fragancia un tiempo ausente. Intenta averiguar qué ha sucedido desde la última vez que ha percibido tu aroma de mujer en mí presente.
Los Angeles, 14 de enero de 2011
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2552 - Sombra (I)
Me adhiero a cada sombra del camino por el que ingrávida la tuya pasa las tardes de verano, en que se abrasa la luz, el aire, el agua del molino. Sobre cada una ansioso me reclino, buscando tu silueta, tenue gasa flotando entre los olmos, y en la masa de su verde ramaje te adivino. Y de nuevo te pierdo, y te reencuentro. Será tal vez porque al llevarte dentro percibo tu hálito, aunque no te vea. Ah, recostarme en la señal oscura que a tu paso marcara tu figura por las desiertas calles de la aldea.
Los Angeles, 14 de enero de 2011
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2553 - Sombra (II)
Sombra plena de luz, luz vaporosa, inmaterial, tangible, transparente, iluminándome la piel, la mente, blanda al tacto, y al ojo clamorosa. Recuerdo ineludible, que me acosa como manada de ángeles, corriente de brisa, de agua, de rumor, de ambiente, fluyendo sin cesar, amplia, sedosa. Bebo del manantial que originaste, vivo de la añoranza que dejaste a tu partida, sombra aún encendida. Logro ver el solemne centelleo que emana de tu entorno, y te rodeo con brazos de aire, con dolor de herida.
Los Angeles, 16 de enero de 2011
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2554 - Sombra (III)
Sombra radiante en la quietud del día, cuando el calor apaga los rumores; sombra más sombra ardiendo en los temblores de esta copa nocturna, tan vacía; sombra brindando amor en la agonía de amarga deserción, marchitas flores rastreando fragancias y colores sin recobrar su antigua lozanía. Sombra de ayer, lo solo que nos queda; opresiva memoria que se enreda en torno nuestro, anillos de anaconda. Mágica sombra, y a la vez sangrante, que busca, espera, llama insinuante, sin escuchar la voz que le responda.
Los Angeles, 16 de enero de 2011
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2555 - Inmóviles relojes
Aguzará el labriego los oídos cara a la iglesia, en pie tras el arado, mas la campana mantendrá callado el rítmico clamor de sus tañidos. En la inmovilidad de los dormidos relojes que a su marcha han renunciado, hallaré adepto, súbito aliado al ofrecer tu lecho a mis sentidos. Se ha detenido el sol en su carrera. Sin mañana, ni luego, nos espera un punto inmenso de honda claridad. Se le ha truncado al tiempo el ejercicio de sus rápidas alas. Te acaricio a ritmo y plenitud de eternidad.
Los Angeles, 18 de enero de 2011
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2556 - Arranca lo plantado
Tanto sembrado en mí, que no devora ni el tiempo ni la incuria. Mi plantío se ha tornado en maraña, y este frío acentúa su imagen turbadora. Huye de mí, mujer, huye; mas ahora no lo hagas, como entonces, de vacío. Arranca lo plantado, este sombrío vergel abandonado, que aún te añora. Y llévatelo todo, restaurando mi parcela a su previo estado, cuando era terreno extraño a aspiraciones. Líbrame de raíces, de ramaje, de todo este cruel, glacial paisaje, que transformó caricias en arpones.
Los Angeles, 19 de enero de 2011
Diseño: Carmen Álvarez
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