Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Neblina

Índice

Sonetos:
Amnesia Asunción Erosión De noche Grietas Sin promesas
Poemas:
Este día Cabalgata de Reyes
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Breverías

1781
Venga la paz, la luz, la gentileza, al roce de una mano en otra mano; estalle el mundo en júbilo y belleza, y cada extraño sea nuestro hermano.

1782
La miré una vez más. No era la misma. O sí lo era tal vez, pero cansada. Como si el fiero mar de su llegada hubiera comenzado a ser marisma. La intensidad, el júbilo de antaño, perdían fuerza, el arrebato era mero alborozo, luz que reverbera, mas ya no abrasa; casi desengaño.

1783
Con tu adquirida libertad, qué nueva se te ofrece la vida, y tú te ofreces; no hay restricciones ya si hay quien se atreva, y tú también te atreverás a veces. Empiezas a vivir, danza y euforia, mariposilla en arriesgado juego sobre la llama de la palmatoria. Ay, cuántas alas abrasara el fuego.

1784
Yo, al respirar tu aliento, absorbí toda el alma, que era tuya, y en aquel breve instante la hice mía. Cómo se queja en la enramada el viento, que intentó hacerla suya siempre que tus suspiros recogía.

1785
Ay, que eres ya costumbre, y me cercas, me ciñes, y me acosas, sin poder evadirme. Mas no maldeciré tal servidumbre que me retiene en vínculo de rosas, y rechazo la opción de despedirme.

Sonetos

1799 - Amnesia
¿Sabes a dónde vas, niño perdido en extraña ciudad, o a quién requieres? Oh niño, en cuerpo de hombre, que profieres cada palabra en tono de gemido. El gozo que otro canta es en tu oído mustio lamento, y sin saber quién eres te ve la turba de hombres y mujeres, cada cual un perfil desconocido. Has abdicado el alma, y ahora vagas por anónimos mundos, y te apagas en gentío que ignora su semblante. ¿Recuerdas sus maneras, sus facciones? Fue la mujer que en tantas ocasiones te transmitió sus vértigos de amante.
Los Angeles, 5 de enero de 2008
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1800 - Asunción
Se me cuelga la mano de otra mano que aún no conozco y ya parece mía; y me eleva, como un ángel lo haría, al rescatar un alma. Qué cercano se me ofrece hoy el cielo. No me afano ya por lo inaccesible, ni me guía turbio objetivo o ciega teoría; sólo voy a lo firme y lo temprano. Y lo es el cielo azul al que me encumbra tu energía vital, y me deslumbra tu claridad, venciendo otros fulgores. Puedo volar contigo a ojos cerrados y sin alas; no tengo otros cuidados que me alejen de tus alrededores.
Los Angeles, 5 de enero de 2008
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1801 - Erosión
¿Dónde estás hoy, mujer, que ayer me amaste? ¿En qué hondo pozo se ahoga tu promesa de extenderte en los años? ¿Quién te besa sobre el lecho al que un día me invitaste? Eres de otro color, se alzó un contraste entre aquélla que fue y ésta que expresa tibiamente su amor; no fue sorpresa, pero es dolor, y pérdida, y desgaste. El templo que erigiste a mi persona, mármol, al parecer, se desmorona; tal vez fuera de adobe, o de ladrillo. Lo que yo edifiqué, sigue inmutable; piedra de sillería, formidable desde el foso a la almena: Mi castillo.
Los Angeles, 7 de enero de 2008
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1802 - De noche
¿Soy de la noche o yo quien la poseo? Sí, nos pertenecemos mutuamente; una lágrima apenas aparente, una sonrisa en mínimo aleteo. Todo es leve, sedoso borboteo, cuando la soledad es evidente; sólo al fondo vital del subconsciente sacude sus cadenas el deseo. Siempre en la sombra el alma languidece en sueño azul de luz que no amanece, mas ni se agita ni se desgobierna. En nostalgia la veo, y en dulzura, pese a magnificar su desventura el rugir de la fiera en su caverna.
Los Angeles, 7 de enero de 2008
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1803 - Grietas
Me hace sufrir aquello que no dices, que tan festivamente ayer decías, y el desangrarse lento de los días pudriendo en tus orquídeas las raíces. Nada transcendental, sólo matices, un racimo trivial de anomalías, tal vez inconsistentes teorías como urdimbre al envés de los tapices. Pero que están ahí, turban, afligen, e inevitablemente nos dirigen a desentendimiento terminal. Mi fervor no reprocha ni reclama, sólo prentende que quien dice que ama lo haga rotundo e incondicional.
Los Angeles, 7 de enero de 2008
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1804 - Sin promesas
Calla el eco, la rosa se marchita, la nube pasa, el ánade se aleja, y yo libo la miel, como la abeja, ignorando a qué labios se la invita. Cuanto a nosotros viene es de visita, ofrenda en flor o gozo que festeja, nos empapa de sol, y al fin nos deja desolación de oscuridad maldita. Todo amor en fugaz agua se baña; quien dice ‘para siempre’ nos engaña, y se engaña a sí mismo, si no miente. Ámame sin programa o garantía; si acaso lo fortuito estalla un día, ni imprevisto será ni contundente.
Los Angeles, 8 de enero de 2008

Poemas

Este día
El entusiasmo sólo dura un día, y al fin la oscura noche lo devora. Yo también tuve el mío, mezcla de lejanías y de alcobas, un día largo, como si los meses usurparan el péndulo a las horas, un día de abundancia, en que vi reventarse mis alforjas. El sangriento reguero del recuerdo cesó en su flujo y se secó a la aurora, y un resabio de miel tomó el relevo del amargo sabor de la derrota Reconocí su condición efímera, como la de la luz, la de la rosa, pero barrí, deliberadamente, su transitoriedad bajo la alfombra, como quien sabe que la muerte acecha, cierra los ojos, y la ve remota. Al tocarme la vida sobre el hombro, y escuchar la rapsodia del amor sujetándome la mano, levantaron el vuelo las gaviotas en mi playa, y rompieron en espuma de sonrisa instantánea las olas. Tantas veces mirara esa campana sin oir su tañido, tantas otras percibí su redoble desde lejos sin verla voltear, y en las lluviosas mañanas de la mente, tanto quise contemplar su elegante maniobra y escuchar a la vez la transparencia de su rítmica voz, grave y redonda… A los veinte no supe ni mirar ni escuchar; atronadoras, me gritaban las venas, y los ojos eran bazares acopiando formas. Más tarde, mucho más, alma y sentido, librados de estrategia y ceremonias, pudieron aceptarle a abrazo abierto, mas no vino, y soñando con su gloria, brindé por él, en desfallecimiento, desde el fondo vacío de mi copa. Y años después, cuando la fe se arruga, y el alma se desprende de sus hojas, apareció ante mí, como radiante primavera gestándose a deshora. Fue el entusiasmo de los años verdes a una edad que recuerda y reflexiona, pero olvidé el pasado, icé las velas y arrojé al agua códigos y normas. Y me dejo llevar, suave es la brisa, sin urgencias, ni plan, ni trayectoria prefijada, ni puerto de destino, sólo una coyuntura luminosa…, que se puede quebrar, o tal vez nunca se derrumbe en la sombra. Este día, infinitamente corto, porque es sólo un segundo, desemboca en largas horas, meses, años, siglos, momento que no acaba, eterno ahora. Ya sé que el entusiasmo muere joven; eso será mañana, hoy no se llora. Tiemble la tierra, agriétense los muros, me negaré a admitir que se desploman.
Los Angeles, 4 de enero de 2008
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Cabalgata de Reyes
Abre los ojos, niño, bien redondos, con imaginación, sin parpadeo. En esta noche hay Reyes cabalgando tras una estrella mágica en el cielo. Ya los viste avanzar entre colinas de musgo, por senderos de arena blanca, atravesar el río de estática corriente, sin descenso de su papel de plata, río helado, bajo el claro cristal del ‘nacimiento’. Hoy llegan al portal, con sus ofrendas de oro, mirra e incienso. Y el otro Niño, afable, les sonríe…, o tal vez es a un pájaro en el sueño. Que es como tú este Niño, aunque algo misterioso, y más pequeño. Las calles se alborotan, y danzan en el viento voces, y músicas, y campanillas en confuso, festivo tintineo. En esta cabalgata los Reyes sí se mueven, pretendiendo ser reyes de verdad, capas al hombro, y exóticos sombreros. No me sueltes la mano, que yo me perdería si te pierdo. Mejor sube a mis hombros, que me cuelguen tus piernas sobre el pecho, y saluda a los Reyes, que ya saben cómo has sido y quién eres. Todo el pueblo se ha lanzado a la calle a recibirlos, pero esta noche volverán de nuevo, cuando dormido estés, tan sigilosos que no se enterarán ni los espejos. Pasaron ya, se alejan. Vamos, niño, a dormir y soñar, que entre los dedos se te desliza el frío de la noche. Ya es hora de acostarse, mi pequeño.
Los Angeles, 4 de enero de 2008
Diseño: Carmen Álvarez
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