Brevería 1232
        Alguien un día recogió la mies
que sólo había para ti granado;
y tú, Rut de mis páramos, después
espigaste en el campo abandonado.
Una por una, dos a dos, o a tres,
cada espiga era un sueño aún no soñado,
y hoy vengo, espigadora cenicienta, 
a implorar cada sueño que en ti alienta.
        septiembre de 2004