Poemas de amor, de soledad, de esperanza
de
Francisco Álvarez Hidalgo

Antología de Sonetos

816 - Qué bon amante (II)
“Dios, qué bon amante si oviera bona amada.”
Le vieron caminar por vez primera al tropezar su luz en el ocaso; hasta entonces no había dado un paso que firme huella sobre el barro hiciera. Ella surgió como una cordillera del fondo de las aguas, como un vaso intacto entre las ruinas del fracaso, espléndida, imprevista primavera. El se abrazó a una forma transparente, que después se hizo sombra indiferente diluyéndose en noche ciega y fría. Hombre fiel, soñador, siguió aguardando, manteniendo el amor, y disculpando, y esperando su vuelta..., todavía.
Los Angeles, 3 de julio de 2003
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