Cada palabra que hablas me acaricia con el tacto invisible de una mano inquisitiva y suave, de artesano moldeando la arcilla con pericia. Y si no hablas palabras, qué delicia tan comunicativa, de escribano resbalando en la piel, tacto profano, deslizamiento de húmeda impudicia. Ambas revelaciones me transmiten idéntico mensaje, y me repiten en formas varias cuanto sé o intuyo. Mas prefiero escucharlo de tu boca, ya en sonido ya en rasgos; me provoca tu comunicación, y hacia ti fluyo.

El freno, amigo, el freno. ¿A qué la prisa? Desplaza la ansiedad, huele las rosas, observa en su zigzag las mariposas, percibe los arrullos de la brisa. La vida se nos da, no se improvisa de minuto a minuto, y las tediosas agendas que te impones son ruidosas, agobiantes cadenas. ¿Qué sonrisa podrá nacer de ti, si quien sonríe requiere tiempo y calma, y se vacíe su programa diario de presiones? Cabalga la tortuga sin urgencia dormida en tu interior, y su experiencia gobierne en placidez tus decisiones.

Aproxímate aún más, toma mi mano, amiga, casi hermana. Los temblores inquietando tu piel se harán fervores al conectar con mi calor humano. Dos partes somos en el mismo plano de la naturaleza, y los pudores que el mito nos exige son tumores solicitando experto cirujano. Yo te desnudaré…, tan lentamente que tal vez colabores. Se consiente con tal facilidad ante el placer. En el dintel de tu gentil contacto estalla mi clamor. Pueda este pacto de erotismo y amor permanecer.

Ha capturado mentes, transmitido la esencia de la idea, del afecto, de la heredad humana en cada aspecto, y aunque callado, nunca está dormido. Antes de ser papel fue un estallido de color en la roca, dialecto de Altamira y Lascaux, del arquitecto maya o sumerio, en símbolos sumido. Papiro, pergamino, laborioso parto de letra escrita en primoroso arte manual, pulidas miniaturas. Y al fin desbordamiento de la imprenta. Cada uno de ellos filtra o representa patrimonio de múltipres culturas.

Iza la discreción doble estandarte, una es verdad y la otra conveniencia; aquélla muestra solidez de ciencia, ésta, según el caso, se reparte. La locura se atiene sólo al arte de la honradez; sumida en su inocencia, desdeña el fingimiento, la apariencia, y la verdad es su único baluarte. Mucho de loco y poco de discreto, ni finjo ardid ni sé encubrir secreto, la franqueza me lleva de la mano. Quien solicita amores de locura recuerde que aprobé la asignatura; si me aceptara así, no será en vano.

Cansado, el sol, desciende en el ocaso, ávido de sosiego; en su flaqueza te cede la tiniebla, y así empieza tu reino astral de suavidad de raso. Fuiste mujer, y quien te sale al paso subestima la cálida belleza velada en ti, tildando la tibieza de tu luz, mansa y tenue, de fracaso. Mágicas son las noches por ti sola; no es a la sombra, es a tu luz que inmola su integridad la que deviene amante. Y a veces, sonrojada, te deslizas tras visillos de nubes, y agonizas por ser tú quien se rinde en tal instante.

Fue creada la luz. De los dormidos rincones y cavernas espectrales, surgieron las parejas, sus rituales por el nuevo fulgor interrumpidos. Percibieron las formas y sonidos con más exactitud, y en los cristales de río y mar entornos ambientales para la libertad de los sentidos. Hombre y mujer leyeron mutuamente la piel ajena, que tan convincente sólo al tacto, en la sombra, se mostrara. E hicieron el amor a pleno día, en la fronda, y al viento que porfía, sobre la hierba, y en el agua clara.

Como la voz del sueño en que abismado estuviste, mas vaga, silenciosa; como te habla el perfume de la rosa, o la mujer que te ama y no has amado. Tal vez como tu Dios te haya llamado, en brisa y luz, a vida religiosa; o en la canción voraz, voluptuosa, del desnudo invitándote al pecado. En mente y corazón bullen rumores de que a veces no somos receptores, sordos a sus llamadas persistentes. Mas siempre atentos a otras placenteras, afines a caprichos o maneras de menor rigidez, más complacientes.