Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Café provinciano

Índice

Sonetos:
Café provinciano (I) Café provinciano (II) Café provinciano (III) Café provinciano (IV) Café provinciano (V) Café provinciano (VI) Café provinciano (VII) Café provinciano (VIII)
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Breverías

2636
Me asedian los deseos en acoso que ni quiero ni intento soslayar. Hay más satisfacción en caminar que en alcanzar la meta del reposo.

2637
Me tientas, me seduces, no resisto, clamo a la noche que prolongue el clima de este encuentro contigo; me desvisto, y advierto el tacto que a mi piel se arrima. No sé si me hablas, pero vienes llena de incitaciones y requerimientos, y todo mi armazón se desordena, desde la cúpula hasta los cimientos. Y tras la convulsión en mi estructura, te desvaneces en la noche oscura.

2638
Este deseo que, implacable, agita tentáculos dorados en mi entraña, que me susurra a veces, o me grita, e inevitablemente me acompaña, vive de no lograr, lo rehabilita cada revés, pero lo desengaña la obtención de sus fines, su provecho. Gozadlo mientras siga insatisfecho.

2639
La poesía del recuerdo escribo, de lo que construí, y hoy derrumbado, conserva la belleza de las ruinas. Como mi Coliseo lo concibo, como mi Partenón, si mutilado, saturando de gloria mis retinas.

2640
Inmóvil permanezco en la frontera de lo que nunca lograré en la vida, que es cabalmente lo que más quisiera.

Sonetos

2866 - Café provinciano (I)
El Café silencioso de la esquina, ¿vive de soledad o de esperanza? Sobre las mesas, la memoria danza valses lejanos. Esa bailarina vaporosa, invisible, compagina nostálgicos recuerdos, añoranza de pasados que evoca, y acechanza de posibles futuros que adivina. Desierto está, ya casi en la frontera de la tarde otoñal. La cristalera revela a contraluz su intimidad. Una hora más, y errática afluencia de gentes en arrastre de impaciencia, turbará su gentil tranquilidad.
Los Angeles, 16 de enero de 2012
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2867 - Café provinciano (II)
Tiempos eran de paz, cuando la vida no disfraza su casta de aldeana, y puede un hombre, desde su ventana, ver el mundo cortado a su medida. Y eran tiempos de atmósfera encendida que al espíritu eleva y engalana, abriendo tránsitos al alma hermana que ve más el abrazo que la herida. El Café era quietud, tal como ahora, y dentro, en la penumbra acogedora, eras sosiego, espera, ofrecimiento. Y me senté a tu lado. Con la mía coincidió tu sonrisa. Parecía que se me iluminara el firmamento.
Los Angeles, 16 de enero de 2012
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2868 - Café provinciano (III)
Nuestro coloquio, de aire intrascendente, fue tornándose abierto, sugestivo, corcel nervioso que en la piel cautivo reventara en galope efervescente. El rubor de tu rostro, inconsistente con la sed de tus labios en furtivo desliz de ligereza, fue el motivo de mi anticipación. Besé tu frente. Intenté decir algo, mas tu beso me cerró las palabras, y confieso que mi primer intento fue tu acción. Nos miramos de pronto. Sonreíste. Y la luz que en los ojos encendiste tenía un no sé qué de seducción.
Los Angeles, 17 de enero de 2012
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2869 - Café provinciano (IV)
Se abrieron las escalas del piano en abanico de hálito sonoro, y el bolero me abría cada poro, filtrándose en mi espíritu. Tu mano daba a la mía ese calor humano que tanto en tiempos de orfandad añoro. Tú sabes de eso. Cuanto más te exploro, más en ti me descubro en cada plano. Bailamos. La canción, que ambos sabemos, no necesita letra. La entendemos como si ambos la hubiéramos escrito. Es la historia de dos almas gemelas en solitarias vidas paralelas que se acoplan mirando al infinito.
Los Angeles, 17 de enero de 2012
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2870 - Café provinciano (V)
Bailas. Te mueves casi sin moverte al ritmo de esta música tan lenta, que tu abrazo de niña somnolienta no envisiona razón que la despierte. Sueñas, tal vez; y sobre mí revierte la visión que en tu espíritu se asienta, que me revitaliza y acrecienta mi deseo de ti. Puedo quererte en formas y vigor nunca ensayados, con todos mis sentidos desatados, como primera y última mujer. Cada paso menudo, cada giro casi a cámara lenta, y tu suspiro, me sugieren que acabo de nacer.
Los Angeles, 18 de enero de 2012
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2871 - Café provinciano (VI)
Atardece. La gente va llegando. Se despiertan los frívolos sonidos que subvierten la música y, vencidos, van los boleros relegando el mando. Perdió el ambiente su carácter blando; ya no es clima de amantes, mas de olvidos a las copas de vino remitidos, bajo risas y voces naufragando. Tienes forma de alondra cuyo vuelo ha sido interrumpido; pero el cielo aun te ofrece ocasiones de soñar. Vamos, mujer. La noche se aproxima, y cada calle oscura legitima las más ambiguas técnicas de amar.
Los Angeles, 18 de enero de 2012
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2872 - Café provinciano (VII)
Nace la noche, luces y misterio. Por la calleja en calma, semioscura, puede ser sobresalto o aventura el beso audaz con tintes de adulterio. Solemne beso, enteramente serio, ilegal, mas no turbio, en apertura de la sensualidad y la ternura evadiendo agobiante cautiverio. Porque todos, los tímidos, los bravos, tenemos en nosotros más de esclavos de lo que decidimos admitir. Me siento libre entre tus brazos. Pienso que todo lo demás queda en suspenso. ¿Qué puede con tu beso competir?
Los Angeles, 19 de enero de 2012
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2873 - Café provinciano (VIII)
Las voces del Café suenan lejanas, flojas palabras a la luz de un sueño; y en esta esquina en que de ti me adueño, de tus blandos deseos me engalanas. Suena un rumor distante de campanas, y el mundo, de repente, es tan pequeño que termina en nosotros, y desdeño cuanto hay fuera de ti, de tus mañanas. Porque al darme esta noche, ya ambiciono todos tus días, y me condiciono a contemplarte en cada amanecer. Ay, mujer de cristal, entre mis brazos; no te me quiebres nunca; tus pedazos arduos serían de recomponer.
Los Angeles, 19 de enero de 2012
Diseño: Carmen Álvarez
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