Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Casi tú

Índice

Sonetos:
Tacita de café Álamo quiero ser Tacto de mano y mente Negro hueco Las cosas fluyen Casi tú Pasos en la noche
Poemas:
En el después estoy
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Breverías

2486
Andan tristes los días, como si alguien querido hubiera muerto. Mis alforjas, vacías, mi recinto, desierto, y mi ritmo en absurdo desconcierto. No sé si mis ideas forjan desorden tal, o si es la vida que agita estas mareas de sombra y despedida.. ¿Preferiría el alma estar dormida?

2487
Te recuerdo cantando con los ojos. Eras el gozo que revienta puro desde el fondo del alma. Eras manojos de sueños en color, cara al futuro. Y yo canté contigo, mecido en la marea de tu euforia… Y aún en mi aciaga soledad consigo reproducir tu canto en mi memoria.

2488
Llegó la luz, tocando en los cristales. Era la más espléndida mañana. Pero antes fue la noche y sus rituales de mansa furia y religión pagana. Fue avanzando el reloj, se hizo la prisa, preciso fue partir, llamó el deber. Y me llevé en el alma la sonrisa, y el fervor en la piel, de esa mujer.

2489
Bostezos de la noche fugitiva. Adelgazaba su éxodo el gentío. Dormíase la luz en los balcones. Ella y yo, sin embargo, a la deriva, con voz de amanecer, y el doble brío de una locura a dos, sin objeciones.

2490
Más allá de las normas y los credos, en esa íntima zona luminosa que sólo puede verse con los dedos, allí te espero, descuidada esposa, descalza de tabúes y de miedos, y en plena desnudez voluptuosa. Arde el vetusto código en la hoguera, y dulce, dulcemente se adultera.

Sonetos

2646 - Tacita de café
La taza era una súplica de arcilla que no alcanzó a ser ánfora. Sedoso hila el humo y retuerce, silencioso, su línea de calor. De orilla a orilla el amargo sabor del café brilla sobre el oscuro espejo tembloroso. Yace al fondo el estímulo, en reposo, que se alzará en vigor de banderilla. Esa fuerza motriz vibra, acelera, y potencia la acción de la galera que navega los mares de la mente. Despierta a cada inmóvil galeote cautivo en el cerebro, y saca a flote los temas sin pudor del subconsciente.
Cantabria, 21 de mayo de 2011
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2647 - Álamo quiero ser
Álamo quiero ser, de abrazo al viento, de porte señorial en ascendencia, vigilante de estepas, con urgencia de detectar quietud y movimiento. Fluya el río a mis pies, ya somnoliento remolcando suspiros e insistencia de labios juveniles, o en demencia de sentidos rebeldes, turbulento. Vuelen zorzal y alondra en torno mío, sea la primavera mi atavío, acarícieme el tacto de la luna. Absorto en su visión llegue el amante y descanse a mis pies, y en desbordante celebración conquiste su fortuna.
Cantabria, 21 de mayo de 2011
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2648 - Tacto de mano y mente
Se me apacigua el tacto de la mano, sobre tu piel, ayer, incandescente; mas sobrevive el tacto de la mente, ceñido en torno a ti, nudo gordiano. Qué infortunio; tu cuerpo tan lejano, y en mi cerebro arpón tan insistente, hincándose espectral, siempre vigente, sin que adviertas mi yugo cotidiano. Uncido voy en afanosa yunta de espina y rosa, y ésta se pregunta las razones de tal contrasentido. ¿Por qué te siento íntimamente mía, si el tacto de mi mano es sinfonía de orquesta muda, colibrí dormido?
Sobre el Atlántico, 23 de mayo de 2011
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2649 - Negro hueco
Años hay que se apartan de la historia, y al contemplarlos, en retrospectiva, vemos el hueco negro en que, evasiva, la vida huyó, sin aflicción ni gloria. Ni fracaso tuvieron, ni victoria, ni hubo en sus tumbas breve narrativa de estricta distinción, frase afectiva, por carecer de tumba, de memoria. Evaporados, sin mojón, sin huella, sin luz lejana, ya candil o estrella, sin estructura en esplendor ni en ruina. Años sin plenitud, que no vivimos con la voracidad con que debimos, atrapados en mallas de rutina.
Sobre el Atlántico, 23 de mayo de 2011
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2650 - Las cosas fluyen
Deshojándose va mi otoño austero. Desnudo estoy en el paisaje frío que desertaste ayer. Qué poderío detenta tu presencia, y qué ligero llega el cambio de tiempo. Ya no quiero volver la vista atrás. Cuanto fue mío, luz y color, adquiere el tono umbrío de malaventurado forastero. Las cosas fluyen ciegas. Su corriente nunca vuelve hacia atrás, hacia la fuente, sino que avanza inexorable al mar. Y así voy yo hacia inevitable invierno. Dirá la última nota en mi cuaderno: “Amé, sufrí. Me voy a descansar”.
Los Angeles, 29 de mayo de 2011
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2651 - Casi tú
Rueda el tiempo. Ya casi no te espero. Aunque sigue surgiendo tu figura de entre las sombras, sobre la frescura del agua azul, o al pie del limonero. Formas hay que se van por el sendero de un silencio maldito que fractura la urdimbre de nuestra íntima armadura, y a veces nos visitan de ligero. Tu forma, no sé ya si me frecuenta en las horas oscuras, o se asienta sedosa en las esquinas de mi vida. Sin tú saberlo, le hablo, la retengo, va donde voy, y viene donde vengo, es casi tú, curándome la herida.
Los Angeles, 30 de mayo de 2011
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2652 - Pasos en la noche
Oigo en el centro de la noche el paso de pies apresurados. Se me llena la mente de preguntas. En la escena, tacones de mujer, traje de raso. ¿Sola por las callejas? Alzo el vaso como en brindis. ¿Por quién? Mujer morena, gesto triunfal, al viento la melena. ¿Será un revés mi soledad, acaso? Cruza frente a mi puerta con el porte seguro de quien sabe que su norte se halla en su dirección. ¿Cuál es el mío? Se aleja decidida. Ya no escucho sino las dos en mi reloj. No es mucho. La una pasó de largo. Qué vacío.
Los Angeles, 30 de mayo de 2011

Poemas

En el después estoy
Voy más allá de todo, sin intentos, dejando atrás objetos y personas que llamaron en mí con sus nudillos de promesas etéreas. Mis alforjas, llenas de ausencia, tienen ligero el peso, ráfagas o sombras. Ni siquiera me frenan las palabras; me las conozco todas de memoria, y ya no tienen fondo ni matices, son hojas secas sobre las baldosas, que al ser holladas, lanzan un gemido de piel sin músculo, y se desmoronan. Años atrás, cuando ávido escuchaba, y era mi fe asequible a la redonda, me detenía al pie de las tertulias…, y aprendí a despreciarlas, por tediosas. Pero un día, un susurro, gentil, como zureo de palomas, se adueñó de mi espíritu, me arrebató hasta el borde de su boca. Era como si un círculo de bronce me aislara de otras súplicas sonoras. Mi alma creyó. Qué religión de fuego encendió en mis entrañas ceremonias. Y cómo el cuerpo, en cada sacrificio, repetía los cantos, las estrofas, de la víctima ardiendo, sobre las llamas, en altar de rosas. Everest de sentidos y armonía, romper el sueño a la primera aurora, torrente de trombones, mar de violines en que el alma boga. Hubo un antes, vacío, prolongado, y un después, apagadas las antorchas. Y en el después estoy, ya sin intentos. Más allá de las luces, en la sombra.
Los Angeles, 30 de mayo de 2011
Diseño: Carmen Álvarez
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