Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Repoblando la mente

Índice

Sonetos:
Las llamas Transfiguración Ascensión Mirando alrededor
Poemas:
Blindaje Restauración Sólo una idea
seperador

Breverías

1726
Pasas por mí como si fuera un río, tus pies, de piedra en piedra, sin mojarte. Tengo en casa un remanso, todo mío, donde podrán mis aguas abrazarte. Por cada roce habrá un escalofrío, y una vez que decidas desnudarte, y sumergirte en mí, no habrá corriente. Que espere el mar indefinidamente.

1727
Te vi entre parpadeos, un instante, como relámpago en la noche; luego la misma oscuridad desconcertante, el mundo tal como lo capta el ciego, sin mar y sin colores, discordante vaivén de ruidos en confuso juego. Si no te hubiera visto, no sabría como es la luz y el esplendor del día.

1728
Tu silencio se enreda con el mío, silencio a gritos que urge y nos anuda, porque lo expresa todo; por su fervor confidencial me guío, y a tus apremios, sin temor ni duda, gozoso me acomodo.

1729
La desnudez procuro de la rosa, deshojando sus pétalos de seda uno por uno en lentitud galante, pero vestida estaba más hermosa. Nada en su centro escuálido se hospeda, sino el tallo trivial, irrelevante. Al desnudar tu cuerpo, parecía que ibas siendo más bella todavía.

1730
Una invasión de bárbaros has sido vandalizando mi alma, ahora desierta de cuanto acumuló, pero no ha huído, su voluntad de defenderse, muerta. Me queda el cuerpo que, si bien dormido, a tu irrupción brutal ya se despierta, y ha de erguirse, en rebelde iniciativa, desarrollando la contraofensiva.

Sonetos

1747 - Las llamas
Al calor de la hoguera me he sentado, y te he visto en las llamas sinuosas, lúbricas lenguas, colas de raposas en revuelto vaivén por los sembrados. No sé si estabas o eras. Encrespados sus perfiles en danzas silenciosas, se agitaban aún más voluptuosas, como tropel de diablos embriagados. Eras tú misma, sí, múltiple y una, aquelarre nocturno, con la luna, y yo también, de tu esplendor testigo. Tu alma y tu cuerpo, lengua, abrazo, fuego, en solemne misión y ávido juego, y yo abrasándome feliz contigo.
Los Angeles, 2 de septiembre de 2007
seperador
1748 - Transfiguración
Te vi pasar despacio, vulnerada, sin roce ni revuelo del vestido; era tu andar como de ciervo herido, el arpón al costado, en retirada. Volviste atrás los ojos, desolada, como si todo hubiera envejecido súbitamente, el álamo, el ejido, la magnolia, la alondra, la vaguada: Un invierno a deshora y apagado sobre tu corazón enamorado; y avizoraste sobre ti mi vista. En ese instante, amada compañera, tu vida se vistió de primavera, renacida por ti, tan imprevista.
Los Angeles, 3 de septiembre de 2007
seperador
1749 - Ascensión
Me aferro a ti con puños de firmeza, alpinista escalando la vertiente de tu vida; se me hizo insuficiente contemplar desde lejos su belleza. La ascensión por la vista no es proeza, no exige esfuerzo, y sólo es aparente el asumido riesgo; no hay saliente que asir en el desván de la cabeza. Debo treparte paso a paso, alzando mi estatura a tu lado, atenazando cada protuberancia, cada grieta; apretado a tu flanco de tal suerte que, al ser apercibidos, nadie acierte a distinguir sino una silueta.
Los Angeles, 3 de septiembre de 2007
seperador
1750 - Mirando alrededor
Vistes serenidad, pero aniquilas, vaporizando rostros de mujeres; eres mar absorbiendo naves, eres ciego ciclón, arrasas y mutilas. Pero no hay brusquedad en tus pupilas, sino tacto sedoso; tus poderes son ajenos a ti, que no interfieres, no los gobiernas, sólo los destilas. Mirándote olvidé rostros que un día se apoderaron de mi fantasía, repoblando las zonas de la mente. Hoy, al mirar en derredor, te veo sin que otra sombra enturbie mi deseo, porque me has hecho el mundo transparente.
Los Angeles, 3 de septiembre de 2007

Poemas

Blindaje
Se me han hecho de acero las venas, se retuercen, se contraen, se tensan, se atirantan, siguen al rojo vivo, como río de fuego que al final se endurece, mas sin fraguarse en lanzas. Forman la red compleja, o el múltiple andamiaje que mantienen enhiesta la estructura del alma. Era la sangre el vino bullicioso, rebelde, irrigador de mentes, y que al final embriaga; era el flúido rojo que huye por las heridas, líquida voz que arrulla, o conversa o proclama, atabal sobre el pecho, martilleo en las sienes, afluencia en el sexo que el surtidor prepara; y es a veces el pozo donde se hunde la vida, dejando un charco en tierra, dejando una piel pálida. No sangraré de nuevo, quedo fortificado, y nadie, nadie, nadie, conquistará esta plaza. El esquema de huesos ya no es sostén del cuerpo, ahora tengo otra urdimbre más sólida, que aguanta los choques de la vida y el peso del hastío, la ruina del desmayo y el desplome del ansia. He blindado las venas para que no me sangren… Voy a blindar los ojos para evitar las lágrimas.
Los Angeles, 2 de septiembre de 2007
seperador
Restauración
Se me rompen la piel y las palabras, y la oquedad del pecho se me rompe; soy desgaste de vida, trayectoria de astillas en el bosque tras sangrienta jornada arboricida de toscos leñadores. No sé quién hallará diseminados mis propios miembros, si a la medianoche divisara mi espalda en lejanía, y tropezara en ellos. ¿Habrá un hombre, una mujer tal vez, que alce una frase caída de mis labios, o unas flores del ramo que llevé, o un sentimiento perdido tiempo atrás, o quizá un bloque desprendido de mi alta arquitectura, cuando alto fui, con el vigor del roble? He vivido, he ganado y he perdido muchas veces, y acuso los rigores del tiempo, vendaval iconoclasta, triturador de aspectos y emociones. Y el camino, sembrado de mí mismo, de partes del que fui, de mis sudores, ofrece la ocasión, a quien me siga, de reparar mi ruina y mi desorden. Vuelvan mis ojos a atrapar lejanos, azules horizontes, resuéneme en la boca, arrullo o grito, la voz desafiante de otras voces, y la palabra que a mi oído aborda logre engendrar palabra que responde. Aún puede resonar mi piel con firme redoble de tambores, y hay espacio en mi pecho para revuelo de águilas y cóndores. Sólo una mano amiga necesito que pueda restaurarme golpe a golpe.
Los Angeles, 4 de septiembre de 2007
seperador
Sólo una idea
Dentro de mí, la lluvia, no la estrella; dentro de mí, no el cántico, el silencio; dentro de mí, no claridad, penumbra; dentro de mí, la frialdad, no el fuego. Dentro de mí, ya casi nada queda, una huella muy leve, un cauce, un eco, una nube de polvo y el panteón de los recuerdos muertos. Dentro de mí, con lámpara de Diógenes, busco al hombre que fui, mas no le encuentro, Ola quisiera ser contra el rompiente, o cabalgar el trueno, romper como el ciprés hacia las nubes, como el olmo afirmarme bajo el suelo, pero soy de papel, frágil, liviano, tan fugaz como ráfaga de viento. Todo cuanto era se deshizo en humo, perdí todo mi peso, quizá el alma se me haya evaporado, quizá también se me ha esfumado el cuerpo, quizá soy una idea que alguien pensó algún tiempo, y hoy, fuera de su mente, sigo siendo una idea…que yo pienso.
Los Angeles, 4 de septiembre de 2007
Diseño: Carmen Álvarez
Poemas © Francisco Álvarez Hidalgo, Familia Álvarez, 1997-2014. Todos derechos reservados.