Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Recordando

Índice

Sonetos:
Escepticismo En soledad La palabra Diáfana claridad Desde esta latitud Soy más yo Esquina Ir y esperarte
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Breverías

1526
Te he visto tantas veces con los ojos cerrados, y sin palabras vanas tanto he llegado a hablarte, que tengo mis sentidos dentro de ti arraigados, y tú eres de los míos irreversible parte.

1527
No temo a esas preguntas de horas, fechas, ciudades, tal vez adivinadas, o presuntas, anteriores a ti, trivialidades que han perdido color, luz y cadencia; Temo tan sólo a las salpicaduras que puedan alcanzarte, a la dolencia de inesperadas, rojas quemaduras. Con tu primer abrazo se murieron tantas cosas…, y tantas se perdieron…

1528
Se deja penetrar por el cerebro; mi erecta idea, de lenguaje blando, lleva impulso animal, lleva requiebro, y tres preguntas: Cuándo, cuándo, cuándo…

1529
No tienes manos ni ojos; me acompañas desde tu soledad, bruma remota que a mí también me oculta. No me engañas, pero te voy perdiendo gota a gota. ¡Qué vulnerables vínculos! ¿Qué arañas han tejido esta red? Huele a derrota cada día sin tacto que amanece, y cada noche que se desvanece.

1530
Cierro los ojos, se murió la ausencia, estás aquí, conmigo, en un encuentro como de aire, de luz…No hay convivencia de más intimidad que la de dentro.

Sonetos

1522 - Escepticismo
No pienses, no investigues; ¿para qué? Nada se obtiene de saber; ignora el cuándo, el cómo, si después, si ahora; todo eso, al fin, será un acto de fe. Creemos, no sabemos. Lo que sé ha llegado a la mente creadora a través del sentido, que incorpora datos que el ojo ni aun mirando ve. La realidad se filtra, evoluciona, se degrada al pasar por esa zona donde la percepción deviene idea. Sólo opiniones ciegas, fluctuantes; lo indudable es que somos ignorantes de la misma verdad que nos rodea.
Los Angeles, 5 de agosto de 2006
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1523 - En soledad
Te amo en la luz, el viento y el sonido, y en sombra, en calma, y en silencio te amo; por desolados páramos te llamo, y te rastreo en la ciudad perdido. Mas no vienes a mí. Ya anochecido, mis añoranzas y dolor derramo sobre mi estrecha soledad, y clamo por tu voz descolgándose en mi oído. Desvanecida estás, columna de humo antes azul. También yo me consumo, alma en espera, tacto que no roza. Templo de mármol sobre la colina, hoy soy desierta, inevitable ruina que en orfandad recóndita solloza
Los Angeles, 5 de agosto de 2006
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1524 - La palabra
Te creas a ti mismo y vas creciendo a base de palabras, las que dices con precision de daga, sin matices, que sangre y hielo acaban produciendo. Las que a veces arrancan floreciendo, y en algún alma entierran sus raíces; las que vuelven a abrir las cicatrices que compasivo el tiempo iba extinguiendo. La palabra moldea, reconstruye, pero también es arma que destruye, distorsiona las vidas, las disfraza. Eres producto de ti mismo, hechura de tu voz; si repele tu figura, usa tacto o silencio de mordaza.
Los Angeles, 6 de agosto de 2006
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1525 - Diáfana claridad
Nunca he vivido tanta intimidad como la que me ofreces, aunque lejos, rodillo que tritura los complejos abriendo sendas de sensualidad. La doblez disimula la verdad con máscara de vidrio, y los espejos devuelven invariables los reflejos que descubren la propia identidad. Por no ocultar la tuya, por el arte de pintar tu retrato, de expresarte con espontaneidad y exactitud, estoy contigo sin muralla o foso, nada en ti arcano, nada en mí brumoso, diáfana claridad, mi plenitud.
Los Angeles, 6 de agosto de 2006
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1526 - Desde esta latitud
Nunca te he amado más que en la partida, con esa sensación de que perdemos, como galera sin timón ni remos, una parte crucial de nuestra vida. Podrá la vega estar reverdecida, podrán tornasolar los crisantemos, la fronda retoñar, y escucharemos su despertar de amante estremecida. Mas para el corazón, para la mente, será una primavera indiferente, sin color, melodía ni fragancia. Y en este soledoso desgobierno, parece presagiarse un triste invierno, pero te sigo amando en la distancia.
Los Angeles, 7 de agosto de 2006
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1527 - Soy más yo
Yo soy más yo si, al exhalar tu aliento, mi nombre de tus labios se despega, y en blando vuelo a mis oídos llega en alas de avidez y ofrecimiento. Tu voz no sabe de clamor, es viento que roza, ondea, circunvala y juega en discretos arrullos, y se entrega pleno de luz, vacío de lamento. Al nombrarme, eres fuerza que recrea mi propia identidad, y la moldea más a tu semejanza que a la mía. Y sin embargo, soy más yo, campana de propio bronce, que tu acción lejana tañe y hace vibrar, y a ti me guía.
Los Angeles, 8 de agosto de 2006
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1528 - Esquina
Una ciudad lejana, y una esquina donde veré el revuelo intermitente de tu vestido azul, donde la gente ni sepa ni le importe quién camina; donde tu espalda tenue se reclina en la pared, dorada al sol poniente, que más que el puño cinceló la mente, cada piedra una fe y una doctrina. En este mismo punto, donde antaño otro amante lo hiciera, te acompaño, aunque sin esperar sombra discreta. Preámbulo a la noche, en plena tarde, no por frivolidad ni por alarde, porque sin ti cada hora es incompleta.
Los Angeles, 9 de agosto de 2006
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1529 - Ir y esperarte
Has llegado hasta mí sin yo buscarte; mis ojos te sabían, en mi entraña luchaban dos tendencias en campaña muy nivelada, y ambas muy aparte. Una hacia ti, con ansias de abrazarte, otra en temor que aleja y enmaraña y en realidad a sí misma se engaña, querer y no querer, ir y esperarte. Alma y carne en impulsos simultáneos bloqueados por frenos instantáneos, siguiendo a cada empuje la inacción. Pero llegaste a mí, y ahora parece que cuanto entregas, cuanto me estremece, lo tuve siempre a mi disposición.
Los Angeles, 9 de agosto de 2006
Diseño: Carmen Álvarez
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