Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Esperando

Índice

Sonetos:
Raíces Seno Tacto Mirar y ver Esperando Electrizante Remota
Poemas:
Carga
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Breverías

1260
Nunca supe por qué ignorada grieta se han adentrado en mí, ni a qué pilastra se aferran los afectos; ni el poeta sabe encauzar la fuerza que le arrastra, ni adónde va adivinará el profeta.

1261
El tiempo no es el vacilante anciano que blande en una mano la guadaña, y estrecha la clepsidra en la otra mano; sino la amante infiel, que nos engaña. A todos nos recibe indiferente entre sus muslos, doble río que huye; y en apretado abrazo de serpiente, nos deja entrar en ella, y nos destruye.

1262
El rumor de las olas contra la roca oscura de los acantilados, es la última cadencia de galáctica orquesta tocando la obertura del cosmos reclamando su incipiente existencia. Dios bosquejó la curva final de su batuta, reposándola inmóvil sobre su atril astral, y es lo que hoy escuchamos vibración diminuta del estruendo de mundos, cósmico recital.

1263
¿Qué teme el subterráneo de tu entraña, y tus labios, temblor sensual, qué temen? Voy a hacia ti como un río de semen, y todo mi paisaje me acompaña.

1264
Siempre queda tu forma perfumada sobre mi tibia sábana estampada, bajorrelieve que a borrar me niego. Así duermo contigo, aunque tu ausencia me devuelve al portal de la inocencia con su tedioso, monacal sosiego.

Sonetos

1169 - Raíces
Llevo en los ojos todas las raíces de su imagen. Fue el olmo cimbreante que clava el horizonte azul distante, y que al clavarse en ti, tal vez maldices. Porque es, más que éxito, revés, te dices: “Eventual, esta vez, sólo un instante; se irá sin rastro, ráfaga humeante, que ni hiere ni deja cicatrices.” Y penetra el subsuelo de tu afecto, y te ves sin salida; tu proyecto de un momento se torna indefinido. Y aunque tales el árbol, siempre quedan esos tentáculos que se te enredan en los miembros del alma, sin olvido.
Los Angeles, 8 de noviembre de 2004
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1170 - Seno
Acoplaré la mano sobre el seno que propulsa su curva desenvuelta garbeando hacia mí, tibia y resuelta, en augurio de miel en labio ajeno. Lleno está el día de intenciones, lleno de lúbricas ofertas; cada vuelta del minutero es avidez que suelta un éxodo de estímulos sin freno. Viene en disposición de descubrirse, secreto, puerta, rosa, que al abrirse debe aceptarse en su absoluta entrega. Ola creciente en lento movimiento, airosa proa, vela henchida al viento, barco velero que hacia mí navega.
Los Angeles, 9 de noviembre de 2004
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1171 - Tacto
Dilapidé mi tacto, y no acudiste con el cáliz procaz de tu deseo a rescatar el último goteo del racimo en sazón que no exprimiste. El tacto es siempre oferta y no desiste; puede ser la marea, en titubeo de vaivén en la playa, o zarandeo de olas contra la roca que resiste. Pero es mano tendida, boca hambrienta, y a la vez es granero que revienta sobre tanto indigente en estrechez. Dilapidado está, fuego en ceniza que el más leve temblor revitaliza… ¿Vendrá tu aliento sobre mí esta vez?
Los Angeles, 13 de noviembre de 2004
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1172 - Mirar y ver
Nunca había mirado como hoy lo hago, desde esta perspectiva adolescente de ojos desnudos, en que el subconsciente no es más que el sueño utópico de un mago. La mirada es serena, como un lago dormido en el crepúsculo, sin puente a ese otro mundo extraño, decadente, mezcla de decepción, barniz y halago. Arrancado el disfraz que el tiempo impuso sobre las cosas, o quizá el abuso de mirarlas en forma artificial, las miro y veo en luz entretejidas, como si fueran hoy recién nacidas ninfas bajo campana de cristal.
Los Angeles, 14 de noviembre de 2004
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1173 - Esperando
Te he esperado en la esquina de mis años, umbroso enclave cuando el sol desciende; y aunque es casi de noche, en mí se enciende luz que arrincona viejos desengaños. Grises perfiles lúgubres, extraños, cuyo arribo ni asusta ya ni ofende, y a los que ajena la razón no atiende, cruzan errantes por mis aledaños. Sombras de ayer, perdieron voz y abrazo; lo que espero es el brusco fogonazo de tu llegada en vivo, arrolladora. Cansado el caracol del tiempo avanza su lentísima marcha, y la esperanza de tu llegada mengua cada hora.
Los Angeles, 17 de noviembre de 2004
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1174 - Electrizante
Tus arterias, eléctricas, distantes, red conductora hacia lo luminoso; las aves del deseo silencioso se han posado en tus cables, observantes. Fluyen entre sus garras, palpitantes, arroyos de energía; su reposo es aparente, un aire tormentoso ahueca ya sus alas vacilantes. ¿Dejarás que se alejen en revuelo? ¿Qué otro tacto gentil, de terciopelo, descenderá sobre tu piel bravía? Prodúzcase en tus miembros la descarga, y que esta noche, que se asoma larga, deslumbre en claridad de mediodía.
Los Angeles, 19 de noviembre de 2004
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1175 - Remota
Eres la zona a la que no se llega ni en avance frontal ni por atajo; muralla de ansiedad, que resquebrajo y cuya rendición no se me entrega; la campana sin voz que no congrega al gentío, perdido su badajo; el árido terreno que trabajo sin madurar la mies para la siega; la promesa latente, no expresada, el desierto sin agua, el agua helada, jinete desmontado del corcel… ¿Y yo? Yo soy quien va intentando en vano guiar el tren de mi calor humano a la remota estepa de tu piel.
Los Angeles, 19 de noviembre de 2004

Poemas

Carga
Qué lastre el de ese extraño que a mi espalda se aferra; apenas le conozco, y a veces me parece que son suyas las huellas de mis pies en la tierra, que su gemido es mío, que dentro de mí crece. Tan pesada es su carga que me arqueo hacia el suelo, y sólo veo el barro que al andar me salpica; llevo el alma aterida, como en bloques de hielo, que ni sabe, ni puede, ni exige, ni suplica. Me siento atrincherado, sin armas; mi enemigo sabe empuñar la fuerza, controlar los espacios, e imponerme cobarde corazón de mendigo; soy hombre de cabañas, es hombre de palacios. Sacudiré los hombros, y erguiré la figura, librándome del peso que agobia y esclaviza; y volveré a ser dueño completo de mi altura, y haré mías las huellas en la arcilla rojiza. Que la carga en la espalda no nos ha sido impuesta por siniestros poderes o extrañas jerarquías; sino que el propio miedo neutraliza o infesta la aptitud de oponerse, de gritar rebeldías.
Los Angeles, 13 de noviembre de 2004
Diseño: Carmen Álvarez
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