Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
En ti extranjero

Índice

Sonetos:
Deshojándote Un punto Sólo tu apoyo Mi creación Audaz amor Siempre despierto Tiempo de cambio Sin hablar Mi colonia Sombra Olvido Carta de navegar
Poemas:
En ti extranjero Tu silencio El ángel Timidez Cuando alguien
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Breverías

768
Allí donde los besos se procrean y nacen, en esa fusión ígnea, en ese borboteo, reclaman tu presencia, que no se satisfacen sólo con estar vivos; exigen tu deseo.

769
Sólo a las ensenadas se dirigen las naves, que en los acantilados se oculta la violencia; los labios se adormecen en los recodos suaves, y en ásperas aristas grita la resistencia.

770
El bosque es una rada de mástiles enhiestos, y al velamen de ramas el viento impulso ofrece; escuadra sin destino; cada día amanece e inmóviles persisten en invariables puestos.

771
Iniciamos la vida en el último peldaño, con la firme tendencia del progreso incensante; quien renuncia al ascenso, teje su propio daño, por su ademán remiso, carácter vacilante; sólo quien cada día se eleva año tras año, se supera a sí mismo, y al fin saldrá triunfante. La cumbre llama a todos, ineptos y capaces, pero sólo responden con sangre los audaces.

772
Reincide la noche, y viene fluctuante y accesible; pero cada sueño tiene carácter irrepetible. El sueño en que a mí viniste recabó su despertar; tal como se fue, te fuiste; ya no te puedo soñar.

773
Hambriento vine, y me senté a tu mesa, sin pan me vi, sin agua refrescante; y ahora, sin ti, mi incierto pie regresa a decrépitas calles, mendicante.

774
Estás en los antípodas, no puedes desvincularte más de mi presencia; pero a través del suelo me concedes, sin saberlo, el calor de tu existencia.

775
Mujer del monosílabo, se agota mi facultad de hablar monologando; esto en amor es signo de derrota; como si tú observaras cómo brota mientras solo me voy acariciando.

Sonetos

493 - Deshojándote
Rosa que la mañana abre al rocío, rosa que estalla al sol en franca ofrenda, rosa que borra nombres en mi agenda, usurpando el catálogo hoy vacío. Entre tus pétalos mis dedos guío como siguiendo misteriosa senda, consciente que por mucho que me extienda, el fin, como el trayecto, ha de ser mío. Una por una apartaré tus hojas, a la vez que tú misma me despojas del arraigo y apego de otras flores. Rosa oculta, fragante, hoy a mi puerta, tanto tiempo dormida, ahora despierta: no del rosal, son míos tus temblores.
Los Angeles, 21 de julio de 2001
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494 - Un punto
El día encubre la insignificancia de cuanto somos. Nuestra pequeñez se revela en la noche, cada vez que intentamos medir nuestra importancia. Cada estrella es un punto en la distancia, pero un punto de inmensa solidez; y un punto somos, punto en desnudez de grandeza, aunque vasto en arrogancia. Yo sólo soy un punto, pero ardiente, persiguiendo a otro punto equivalente, que se vincule a mí en lazo exclusivo. Un punto nada más, punto y aparte, que los margine a todos para amarte, punto final, en ti definitivo.
Los Angeles, 21 de julio de 2001
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495 - Sólo tu apoyo
Piedra angular, esquina y fundamento del santuario de mis divinidades, a donde acudo en las adversidades para recuperar quietud y aliento. Intimo templo de recogimiento, cuyo retablo de serenidades, ensueños, fantasías, libertades, suaviza mi inquietud y mi lamento. Tú eres piedra angular de ese edificio en que el alma se ofrece en sacrificio para la redención de sus caídas. Sólo tu apoyo me mantiene firme; y si la duda intenta persuadirme, tú a la perseverancia me convidas.
Los Angeles, 22 de julio de 2001
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496 - Mi creación
Eras sólo una idea indefinida, vaporosa, sin forma, casi abstracta, como el cosmos, imagen inexacta antes de la primera amanecida. Y mi voz te llamó; y estremecida te perfilaste en estructura exacta, músculos, sangre, piel, íntegra, intacta, de toda gala de mujer vestida. Fuiste mi creación, y te recrea mi mano cada vez que te moldea en íntimo y dinámico proceso. Mi creación de ayer, mi criatura de hoy y siempre, mi sólida figura, frágil no más en la humedad del beso.
Los Angeles, 23 de julio de 2001
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497 - Audaz amor
Audaz amor, carente de memoria, incapaz de volver la vista atrás, o mirar adelante, porque estás sedentario en un punto de tu historia. Audaz amor, que afirmas tu victoria en el eres, no el fuiste ni el serás, por querer en presente quieres más, que otra forma de amar es ilusioria. Audaz amor, al hoy encadenado por tu propia elección, no condenado, libre de ayer como eres de mañana. Al golpear la aldaba de una puerta, no indagas si quedó un día desierta, sino si hoy tiene una presencia humana.
Los Angeles, 23 de julio de 2001
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498 - Siempre despierto
Quiero permanecer siempre despierto, porque, al dormir, de ti me quedo ausente; siguen mis sueños rumbo independiente, naves que el viento aleja de su puerto. Te sueño en mi desvelo, mas no acierto a soñarte dormido; estás latente en mi brega diaria, a mí adyacente; duermo, y parezco estar de ti desierto. Consciente la razón te ve y te expresa, tu efigie queda en la memoria impresa, pero te piensa más la voluntad. Si voluntad, memoria y razón huyen, o en el sueño furtivas se recluyen, ni te pienso o te siento de verdad.
Los Angeles, 24 de julio de 2001
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499 - Tiempo de cambio
Somos hijos de madres reaccionarias, de la pasividad, de la costumbre; labramos nuestra propia servidumbre, cadena y bola de labores diarias. Se nos imponen normas arbitrarias, y se atrofia el cerebro con la herrumbre de la duda, el temor, la incertidumbre, que ciegan las ideas visionarias. Tiempo es de profanar los viejos ritos, derrotar el silencio, hablar a gritos, romper la inercia, huir a otro lugar. Tiempo de cambio que abra otro camino, que uno mismo se forja su destino, y esa forja no admite vacilar.
Los Angeles, 25 de julio de 2001
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500 - Sin hablar
No te puedo escuchar mientras te miro, abstraídos sentido y pensamiento; a tu imagen despierto, y soñoliento a lo demás en cuyo entorno giro. Al mirarte, te absorbo, te respiro, sordo el oído, sólo el ojo atento; mi suficiencia de discernimiento más se extenúa cuanto más te admiro. Sólo el silencio me habla, y le comprendo; ¿cómo añadir a lo que ya estoy viendo? ¿qué aclaración puede llevar la escena? La vista escucha y el oído es ciego, y el hablar es inútil, como el juego de escribir las palabras en la arena.
Los Angeles, 29 de julio de 2001
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501 - Mi colonia
Déjame ser descubridor de tierras, piloto del azul, nauta de mares, explorador de rutas estelares, viajero de estepas y de sierras. En tu más íntimo universo encierras junglas, desiertos, pampas y glaciares, áreas ocultas, zonas familiares, bajo luces de paz, ruinas de guerras. A ese universo ignoto me dirijo, con la esperanza, con el regocijo de rastrearlo, de reconocerlo. Tal vez colonizarlo, hacerlo mío, establecer sobre él mi señorío, derrumbar su hermetismo, y poseerlo.
Los Angeles, 30 de julio de 2001
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502 - Sombra
A mí añadida, sombra innecesaria, en silenciosa servidumbre presa; mi huella, no la tuya, queda impresa en cada intento de labor diaria. A la vez borreguil y solitaria, y anclada en mí; en tu contorno pesa fatalidad de espuma o de pavesa, sin transcendencia, tenue, rutinaria. Sólo para seguir fuiste engendrada, viva sólo a la luz, y a la llegada de la noche en veloz, discreta huída. La claridad del alba te renueva, efímera victoria, que no eleva tu condición de esclava desvalida.
Los Angeles, 30 de julio de 2001
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503 - Olvido
Sólo queda de ti una vaga idea en las calladas ramas del sentido; lo que antes fue desgarrador bramido murmullo es hoy que el viento balbucea. Desmayada la llama, parpadea con jadeo de cisne malherido; y en el silencio hay un clamor prohibido que ni agita, ni evoca, ni espolea. Ciego el recuerdo está, y amordazado, el deseo se ve desairragado, y tu presencia es sombra ya lejana. Sólo una idea vaga de ti queda, pluma de ruiseñor en la arboleda, canto sin voz, y sin tañer campana.
Los Angeles, 30 de julio de 2001
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504 - Carta de navegar
En el baúl del capitán, dormido, a tinta diseñado sobre cuero, el viejo mapa es fértil hervidero de monstruos en sector desconocido. El tiempo ha disipado el colorido, e incapaz de fijar el derrotero, no se despliega ya sobre el tablero, y en polvo y sombra yacerá vencido. Extiende en él la rosa de los vientos múltiples brazos; mares turbulentos cierran el paso a tierras de quimera. Mujer, ¿cómo podrá tal planisferio guiar mi singladura hacia tu imperio? Revélate tú misma a mi galera.
Los Angeles, 31 de julio de 2001

Poemas

En ti extranjero
Náufrado en tu mirada, cuyas olas sumergen las visiones de mi entorno; en tu retina sólo vi mi imagen, se evaporó de mi retina todo; pero hoy, lejana aquella primavera, y a punto de borrarse ya el otoño, aparece un anónimo paisaje en la gris superficie de tus ojos; paisaje que no evocan mis recuerdos, tal vez inexistente, o que yo ignoro. Aún te reflejo, pero no me veo; sólo veo un extraño territorio por el que no me encuentro, tan perdido como en el exterior, quizá en el fondo. En ti extranjero, doble desterrado de tu mundo interior, y tus fiordos.
Los Angeles, 20 de julio de 2001
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Tu silencio
Al hablarte, me responde tu silencio; y un enjambre de palabras en revuelo como abejas libadoras, en el hueco de tu boca ronronea, con intentos de dulzuras inmaduras; si enmudezco, los silencios se entreabrazan, absorbiendo mutuamente el intercambio de conceptos. No es la campana a rebato sobre el pueblo sonido más armonioso, ni el estruendo de trombones en la orquesta, más ameno; ni es el lenguaje el más claro mensajero. Tu silencio retraído, tan intenso, es tan obvio, es un mensaje tan directo, como lo sería el tacto de tus dedos. Son las palabras a veces como espejos: reflejan, pero carecen de alma y cuerpo. Esa voz con que me habla tu silencio descubre los entresijos del misterio que tímidamente guardas en el pecho. Háblame, amor, sin palabras, que te entiendo.
Los Angeles, 21 de julio de 2001
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El ángel
Soñé que pasaba un ángel rozándome con sus alas. Yo era una mujer desnuda, una sonrisa en la almohada, y el sol filtraba sus rayos por la entreabierta persiana; rayos de notas dormidas como en cuerdas de guitarra; en el silencio vibrantes, sólo yo las escuchaba. Tú sobre mí, pecho, techo, que me cubre y me resguarda, yo pedestal que sostiene en sólo un punto tu estatua. Mis manos de seda tiemblan caricias sobre tu espalda, suavidad de tibias plumas, pájaros en desbandada. Pero mis dedos tropiezan con las plumas de tus alas ligeramente batidas al compás de tus entradas. Angel-pegaso que vuela, y al mismo tiempo cabalga. Brisa ligera que acuna las ramas de las acacias, así tu soplo de viento sobre mis flancos resbala. Al redoblar tu aleteo sentí como si se alzara tu cuerpo, arrastrando al mío, ascensión arrebatada. Y en el fondo de mis ojos naufragaba tu mirada. Cesó el vuelo, y el sosiego se durmió sobre tu espalda; se hundió tu pecho, mi techo, y me arroparon tus alas.
Los Angeles, 29 de julio de 2001
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Timidez
Los ojos claros se me nublan si quiero verte…Te presiento. Se me resisten las palabras si intento hablarte…Balbuceo. La mano alargo hacia tu mano, y la retiro al punto…Tiemblo. Huyen mis pies, amilanados; no me detienes…, y te pierdo.
Los Angeles, 31 de julio de 2001
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Cuando alguien
Cuando alguien habla en la distancia, no queda todo en su contorno; repite el viento sus palabras entre las ramas de los olmos. Cuando alguien ama en la distancia, y entre sus manos tiembla un rostro, el beso que ambos intercambian, es nuestro beso, nuestro gozo. Cuando alguien llora en la distancia, llanto nostálgico de otoño, como hojas secas se desprenden sus lágrimas de nuestros ojos.. Cuando alguien muere en la distancia, no muere oculto, extraño, solo, porque su muerte nos salpica, y algo también muere en nosotros.
Los Angeles, 31 de julio de 2001
Diseño: Carmen Álvarez
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