Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Corazón abierto

Índice

Sonetos:
Ofrenda sensual Sal de tí Lamento del Soldado Lamento del General Lamento del herido Lamento por la víctima Lealtad Amigas, Amantes, Amada Indecisa
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Breverías

37
La pregunté una vez Para quién su canción de amor sería. Me dió su desnudez Al par que sonreía, Y comprendí que su canción es mía.

38
Vino sin anunciarse, La abrí los brazos, musité en su oído, Y comenzó a entregarse. Por un malentendido, Partió en silencio, y me envolvió el olvido.

39
¿De qué sirven mis ojos, si no te veo? ¿De qué sirven mis labios, si no los besas? ¿Para qué se me ha dado tanto deseo, si tan sólo recojo vanas promesas?

40
Qué grande y qué fría resulta la cama Durmiendo abrazado a tu ausencia. A gritos mi cuerpo en la noche reclama Tu voz, su soñar, tu presencia.

41
Palabras, palabras vacías… Vacías y sin esperanza… Transcurren las noches, los días, Y suenan sombrías, sombrías, Y nada con ellas se alcanza.

42
La sospecha es un buitre que se cierne en la altura Rondando tenebroso la ilusión moribunda. Destrozada a los golpes de tu duda iracunda, Se desangró vertiendo suavidad y ternura. El buitre está a la espera de arrancar los despojos, Sin que a la vista de ello se humedezcan tus ojos.

43
Dímelo, no te lo calles; házmelo, no te resistas; y extenderé mis conquistas a tus montes y a tus valles al punto que te desvistas

43b
Una mano en el talle, la otra mano en la espalda, percibiendo la oferta de ardientes sensaciones. Te quitaré la blusa, te arrancaré la falda, te vestiré de besos, y te haré una guirnalda de revoltosos dedos e íntimas sensaciones.

44
Considera con recelo A quien se arroja a tus pies: Quien se arrastra por el suelo Te arrastrará a tí después.

45
Las olas vienen y van Bajo el soplo de la brisa; El cielo es una sonrisa, Y es el sol un talismán… Qué fácil ser capitán Murmurando una canción Con la mano en el timón Estando la mar en calma… ¿Pero quién gobierna el alma cuando ruge la pasión?

46
Si al detenerte a contemplar tu vida La ves envuelta en densa oscuridad, No es porque esté en tinieblas sumergida, Es porque tu mirada adormecida No ve la luz que brilla en realidad.

47
En cada roca duerme una escultura, Y al artista le toca despertarla. Bajo la piel de la mujer más dura, Hay una inmensa mina de ternura Que espera al hombre que sabrá explotarla.

48
Qué extraña fortaleza La que soporta la desdicha ajena con firme gentileza, y a la vez se condena al llanto amargo de la propia pena.

49
Un gran amor, siempre fiel, Lo acepto y no lo resisto, Fantasma de hiel y miel Que aunque muchos hablan de él, Son pocos los que le han visto.

50
En su primera pasión La mujer ama a su amado; Y tras la desilusión, No tendrá otro enamorado Que el amor del corazón.

51
El verdadero placer Del amor está en amar. Siempre se ha de recoger Más gozo en nuestro querer Que en el que hemos de inspirar.

52
Con la misma intensidad Con que amamos Perdonamos.

53
Yo me siento avergonzado Si una mujer aún me quiere Tras haberla abandonado.

54
Las disputas entre amantes, si uno solo es el herido, durarán breves instantes; mas serán recalcitrantes si los dos han ofendido.

55
Al verte en la lejanía te percibí como un sueño, lleno de luz y armonía; pero al acercarte luego, desperté a un ruido en las sombras... ¿cómo pude ser tan ciego?

56
Las palabras de amor no se evaporan, se ahdieren a los muros con firmeza; si son tristes, constantemente lloran, y, si alegres, sonríen con viveza. Mas siempre aguardan, y jamás ignoran, y, al sentir de otras almas la belleza, habrán de descender desde sus nidos, y entrar al corazón por los oídos.

Sonetos

30 - Ofrenda sensual
Me llegaron veladas sugerencias De amor sincero y de pasión profunda, De una imaginación brava y fecunda Sembradora de impulsos y tendencias. Dejé la puerta abierta a las vivencias De una marea azul que ahora me inunda Con vaivén de sonrisas en que abunda La entrega de exaltadas experiencias. En mi pecho desnudo vi sus senos Trazando con febril sensualidad Círculos deliciosamente obscenos.. Abri la fuente de mi intimidad, Un surtidor tembló en sus labios llenos, Y me aferré a su voluptuosidad.
Los Angeles, 8 de septiembre de 1997
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31 - Sal de tí
Es un baile de máscaras la vida, Y en él giramos en confusa danza, Atropellando al paso a la esperanza, Que se va desangrando por la herida. En el fondo del alma amortecida, Dolor y soledad en la balanza Ensombreciendo el rostro cuando lanza Débil mueca de risa mal fingida. En el reino sutil del sentimiento, Cuerpo y alma han de estar equilibrados, Y ambos han de seguir el mismo intento. Si tus brazos están desconsolados, Si el corazón rebosa desaliento, Busca otro amor y olvida tus cuidados.
Los Angeles, 9 de septiembre de 1997
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32 - Lamento del Soldado
Aprendí en la niñez a sonreir, A amar la gentileza y la bondad, A vestir mis palabras de verdad, Y a gozar la alegría del vivir. Más tarde me obligaron a sentir Odio, desprecio, y fiera hostilidad, A trocar mi dulzura en crueldad, Y a aprender a matar y a destruir. El hombre que yo veo en el visor, Con la cruz sobre el pecho, es un hermano Que estoy asesinando en esta guerra. Siento en el alma un peso abrumador Al ver que yace por mi propia mano Su cuerpo inerte en la desnuda tierra.
Los Angeles, 18 de septiembre de 1997
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33 - Lamento del General
La paz me niega el esplendor glorioso Del laurel obtenido en la victoria, Y de forjar mi nombre en la memoria De un país que deseo poderoso. Mi corazón se agita impetuoso Con un sueño marcial de lucha y gloria, Y un fiero anhelo de cambiar la Historia, Y un porvenir heroico y luminoso. Espíritus cobardes inexpertos me limitan. Sus mentes no comprenden Ni mi estrategia ni mis emociones. ¿Qué importan los heridos ni los muertos? Sólo los pusilánimes se ofenden De la exterminación de unos millones.
Los Angeles, 18 de septiembre de 1997
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34 - Lamento del herido
Anónimo disparo ha interrumpido Mi caminar sobre el cruel paisaje, Y ahora emprendo un fatídico viaje con el fondo del ánimo abatido. Mi cuerpo pasará firme y erguido Bajo el arco triunfal del homenaje, disimulando el inhumano ultraje que me ha de condenar luego al olvido. Soy un peón, no más, en esta lucha De incomprensible o falsa ideología, Número frío, carne de cañón. Soy una débil voz que nadie escucha, Un siervo de la megalomanía Que usa la fuerza cuando no hay razón.
Los Angeles, 18 de septiembre de 1997
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35 - Lamento por la víctima
Llueve el dolor del corazón amante Sobre el inmóvil cuerpo ensangrentado De quien no combatió como soldado, Ni tuvo voluntad beligerante. Se abalanzó la muerte fulminante Y no se percibió su paso airado; Y el inocente fue sacrificado En aras de una idea intolerante. Llora la esposa al malogrado esposo, Olvidando en la cámara nupcial La flor de su pasión, ahora marchita. Gime el niño sin padre, temeroso; Vierte la madre un llanto sepulcral… Y el hombre sigue en su obsesión maldita.
Los Angeles, 18 de septiembre de 1997
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36 - Lealtad
“Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro”. (Anónimo)
Mi perro tiene corazón humano, leal, ardiente, generoso, atento; Y en su mirar oscuro y somnoliento flotan estrellas de fulgor lejano. Veo su lengua acariciar mi mano con afecto y con agradecimiento; no me mostró jamás resentimiento, y más que un fiel amigo, es un hermano. Me ve por lo que soy, no lo que tengo; lo que le ofrezco acepta, no lo exige; y si le dejo solo no se ofende. Eufórico saluda cuando vengo; más por amor que por favor se rige, y ni olvida, ni juzga, ni pretende.
Los Angeles, 19 de septiembre de 1997
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37 - Amigas, Amantes, Amada
El alma tengo inmóvil y confusa, Incapaz de ordenar las emociones; La mente oscila entre contradicciones, Y al tratar de elegir, teme o rehusa. Refleja mi amistad la luz difusa Que irradian sobre mí dos corazones; Tres amantes me ofrecen sus pasiones; Pero sólo a un amor canta mi musa. Dos ensueños, tres fuegos y una rosa, Bajo un rumor de indecisión y duda, Bullen en confusión voraginosa. Mi voz quiere clamar, pero está muda; Y sólo oirá su rima silenciosa La que junto a mi piel yace desnuda.
Los Angeles, 22 de septiembre de 1997
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37a - Indecisa
Me hallé sola en la vida de repente, viendo al amor cerrándome la puerta, sangrando el alma por la herida abierta, la soledad besándome en la frente. Fui amada, y aún lo soy, quizá fielmente, pero está su pasión dormida o muerta; la mía está febrilmente despierta; su instinto frío, pero el mío ardiente. Tengo un ansia feroz de ser amada, de entregarme y soñar entre los brazos de un amante, con ciega intensidad. Pero esta abrasadora llamarada no alcanza a incinerar los fuertes lazos que me amarran a la inmovilidad.
Los Angeles, 29 de septiembre de 1997
Diseño: Carmen Álvarez
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