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1
De la ley de la oferta y la demanda,
muy poco es lo que sé, te lo confieso.
A mi me falta.....a ti te sobra un beso,
mi mundo imperturbable se desanda.
Soy espacio tranquilo, sin querellas,
amalgamado en versos y entre risas,
entonces,¿Por qué me intranquilizas?
¿Por qué llega horadándome tu huella?
Se han llenado de magia mis cendales,
y de embrujos ausentes mis trigales,
y en mis venas deambula una cascada.
Y en el hervor de sangre de tu oferta,
la ley de la demanda abrió mi puerta,
pero al abrir la puerta, no había nada.
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2
Llamé a tu puerta en soledad de día,
y partí sin el beso anticipado.
“Qué ausente está”, pensé. “Todo cerrado.
¿Será animadversión? ¿Será apatía?”
Respondiste a la puerta. Sonreía
la luz de la mañana en el terrado.
“Qué extraño”, te dijiste. “Aunque han llamado,
nadie aguarda, y la calle está vacía.”
Y cerraste la puerta delantera.
Esa puerta que siempre y sólo espera
mano cortés, saludo establecido.
Y yo en la puerta de servicio estaba,
por donde entra el amor; y agonizaba
por darte el beso del amor prohibido.
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3
Han pasado las horas,. He llegado,
y en mi discreto e íntimo equipaje
tu recuerdo conmigo siempre traje
pero ignoro si tu me has olvidado.
La puerta de servicio sigue abierta,
abierto está el cendal de mi cintura,
y abierta está también mi cerradura,
el paso franco, y mi piel despierta.
Y de nuevo no estás, cada segundo
este aliento se vuelve más profundo
y el latido del pecho es más salvaje.
Y al mirar tu perfil, y ver tus pasos,
dejé mi llamarada entre tus brazos
y estás dentro de mí, como un tatuaje.
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4
No se entreabrió tu puerta a mi reclamo,
mi tentativa inadvertida o vana;
pero llamé tenaz a la ventana,
como otras veces desde el alma llamo.
Mi llamada inicial fue como un ramo
de claveles temblando en la mañana,
tan suave en el cristal, que la persiana
pensó que el viento le decía: “Te amo”.
Mi segunda llamada, algo más fuerte,
con la impaciencia del que anhela verte,
tembloroso en los labios y en los dedos.
Pero tal vez soñabas…, o dormías,
y al constatar que no me respondías,
mi propio insomnio se colmó de miedos.
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5
Algo extraño en el viento se detiene,
“es el aire” -me digo- en mi ventana.
“es sólo el eco aquel, quimera vana,
del roce que yo espero, que no viene.”
El sonido persiste. Y me estremezco,
al sentir que en mis labios algo roza...
como un suave aletear de mariposa
que en mi boca se anida. Desfallezco.
¿Acaso será el cuervo de Leonora?
¿El espectro de Canterville, que ahora
por placer, me regala desconcierto?
Y en las sombras tu boca se perfila,
y luego, se ensombrece mi pupila...
ante la realidad...que nada es cierto.
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6
Pude verte hoy al fin, mas sin llamarte,
habiéndote esperado no sé dónde;
quizá porque tu ser en mí se esconde,
y eres de mí vital, íntima parte.
Tu hogar vacío está; ¿cómo culparte
si nadie a mi señal abre o responde?
Quien conocerte quiera, que en mí ahonde,
porque yo soy tu hogar, y tu baluarte.
Por eso hice un sondeo en mi consciencia,
revelándose al punto tu presencia
donde debiera haber buceado antes.
Ya no saldré en tu búsqueda. Te tengo.
Contigo voy, y soy, y estoy, y vengo;
perfecto acoplamiento: Dos amantes.
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7
El beso en la nariz.se me ha perdido,
en tinta y en papel lo estoy buscando,
como no lo encontré, estoy dibujando
dos labios con carmín y no he podido.
El beso en la nariz...¡Es tan pequeño!
Que entre mis labios lo dejé dormido,
y habrá de transformarse en estallido
que rebase los límites de un sueño.
Mi beso en la nariz llevará arpegios,
pétalos, seda, azúcar, sortilegios.....
que tan sólo pensarlo me provoca
mil ansias que tu mente no adivina:
Quebrarme a tu costado, leve, fina,
y hundirme entre los cauces de tu boca.
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8
Un beso casto me ofreciste; un beso
de abjuración de lo que el beso exige;
para que uno en verdad nos regocije
debe arropar sensualidad y exceso.
El beso casto es escultura en yeso,
que abaratada en el portal se erige;
el exaltado es bronce en que se fije
la permanencia de un perfil impreso.
Si en decoro me besas, dilapidas
las oportunidades que dormidas
en lo más íntimo del alma yacen.
Despiértalas; que libres se abalancen
y entre tus labios y mis labios dancen
besos que instigan y que satisfacen.
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9
Caramba, ahora sí que despistada,
busco donde plantar un casto beso,
pero tú, enigmático y travieso,
tienes la piel del rostro descarnada.
Y mi mano se afana y te retoca,
y no está la nariz, ni las mejillas,
y tu insolente broma ya me orilla:
Este beso tendrá que ir en tu boca.
¡Ah! Qué idea genial, es un destello
y me dice: "Hoy bésalo en el cuello"
"Bésalo justo allí, en la garganta"
En el último instante... me detengo,
ya ves, nada es verdad. Y sólo tengo
un temblor que a tu nombre se agiganta.
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10
Quien te contempla a su pesar vestida,
quiere forzar tu puerta más secreta,
lúbrica te prefiere, no discreta,
aunque guarde silencio nunca olvida.
Quien desestima espuelas, freno y brida,
y al cabalgarte firme te sujeta,
quien te prefiere indómita e inquieta,
también te quiere ver estremecida.
Quien te sueña desnuda, y aquiescente,
pasión madura, y alma adolescente,
quiere abordar, yacer y retener.
Quien te mira y te admira tan lejana,
teme que el sueño de hoy será mañana
la solitaria aurora que fue ayer.
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11
Esta alma pudorosa aún se recata,
mientras tú sólo vienes ex profeso,
en la persecución de ¿sólo un beso?
Y esa es sólo la duda que me mata.
¿Un beso nada más es tu porfía?
Yo sé, que si mi boca a ti te besa,
un sabor de duraznos... y de fresa
sería un dogal que intenso te ataría.
Por eso en detenerte me entretengo
y que seas cuidadoso te prevengo...
Quizá pienses de mí: "Ella está loca".
Tu sabrás, si no quieres escucharme,
y cumples tu capricho de besarme.....
¡Vas a quedar atado... entre mi boca!
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12
No temo la atadura a que me pueda
condenar de tus labios el contacto;
el beso es siempre y sólo el primer acto
en que el drama de amor cuaja y se enreda.
El segundo es el nudo, donde queda
complicada la trama, el punto exacto
en que se alían intención y tacto,
aunque la duda en el entorno rueda.
Y al fin, nieve que al fuego se deshace,
irrumpe inesperado el desenlace;
más bien que inesperado, presentido.
El beso formuló propuesta muda,
que tu piel aceptó en mi piel desnuda:
Soñado, codiciado y obtenido.
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13
Soñado....codiciado...y obtenido,
pero son sólo sueños.... y locura
el desvelo, y sentir la mordedura
de tu calor febril y embravecido.
Sentir y no sentir. Desear tu boca
rodando soñolienta por la espalda
y un incendio voraz bajo la falda.
Y una piel amorosa que te evoca.
Sentir, sentir tus besos tan lejanos
y mi tímido cuerpo con tus manos
inventando erotismo en cada dedo.
En mis sombras te siento.Y un suspiro
despierta entre mis ojos. No te miro.
Y no sé donde estás... Y tengo miedo.
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14
A plena luz quisiera poseerte,
no en penumbra enemiga del semblante;
la oscuridad es máscara ignorante,
y en claridad yo vengo a conocerte.
Las sombras son alejamiento inerte,
como estar sobre ti, y estar distante;
quiero ser doblemente penetrante
de tu entraña y tus ojos, al quererte.
Rodando la mirada en los detalles
que exploran boca y manos en los valles,
colinas, grutas, de los dos unidos.
Mirarte, verte, acariciarte, amarte,
y a plena luz, a plena luz dejarte
una explosión de amor en los sentidos.
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15
Qué desgaste de brío, que porfía
intentar atrapar con red el viento
escribir en el agua el sentimiento,
y buscar las luciérnagas de día.
Qué dolor en el alma, y el pañuelo
es un viaje constante hacia los ojos,
las manos se desgarran con abrojos
y se pierde la fe en el desconsuelo.
El silencio es el filo de una espada
que va dejando el alma traspasada
con lesiones y heridas sin sutura.
Sin tus manos, yo sé, no hay cirugía,
no hay curación que sane la agonía
de morir en tu olvido y mi amargura.
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16
A tu piel me adherí mientras dormías
en el silencio y sombra de tu lecho;
batían tus latidos en mi pecho
pero los míos no los percibías.
Errante en las desiertas galerías
de los sueños, ahogada en el estrecho
callejón de un deseo insatisfecho,
yo te llamaba y tú no respondías.
Y al acercar mis labios a tu oído,
emergió de los tuyos un gemido,
como de quien se siente abandonado.
Sueño desolador, tan absorbente
que yo, abrazado a ti, te sentí ausente,
y tú no me sentiste a ti abrazado.
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17
Y tengo miedo de mis sentimientos
y en mi sangre revive y se desboca
savia reverdecida, ingenua, loca,
y es beso y es suspiro y pensamiento.
Miedo a las maravillas y al portento
de ser tú gota de agua y yo la roca
ser la nube, tú el viento que me toca,
o convertirme en boca, tú en aliento.
Temo la luna que en tu piel me llama,
temo tu fuego que en mi ser es flama,
temo tu voz que me convierte en grito.
Temo el hilo sutil que hoy se revienta
en mi muro de hielo, y se aposenta
en mí, y me hace gritar “Te necesito”.
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18
¡El miedo de sentir! Qué triste miedo,
que por privarme de sufrir me priva
de que la piel se reconozca viva,
amordazando el grito: “Quiero y puedo.”
Tiendo al avance, al punto retrocedo,
reclama libertad mi alma cautiva,
logra oportunidad, pero la esquiva,
quedando presa de su propio enredo.
El temor al amor en que me abraso
sólo es temor al eventual fracaso,
que tal vez nunca llegue a efectuarse.
Y así, por una hipótesis, me niego
la certeza de amar, y me repliego,
dejando a la ilusión evaporarse.
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19
Advierto lo que somos, y me pasma
somos tan sólo un cuento para niños,
tan blanco como nieve, como armiño
tan leve como el beso de un fantasma.
Dos gotas de agua en diferente cielo,
dos escorzos volando entre cendales,
dos lunas, y en ventanas desiguales
dos sueños en las alas de un desvelo.
Dos puntas de un camino tan ausente,
dos estrellas buscándose impacientes
entre la inmensidad de un firmamento.
Mi fábula infantil tan sólo empieza,
con un príncipe azul, y una princesa
escribiendo a dos manos este cuento.
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20
Desde la incertidumbre y la distancia
vine hacia ti, y aún hoy sigo viniendo,
me he introducido en ti, de ti dependo,
parte integrante de tu circunstancia.
Sin embargo no estoy. Ni tu fragancia
penetra mi sentido, ni están viendo
tu contorno mis ojos, y no entiendo
de este estar y no estar la discrepancia.
Deja la flecha el arco y da en la diana,
vuela el rayo del sol a la ventana,
rueda hacia el mar, y en él desagua el río.
Y yo que hacia ti voy perpetuamente,
no consigo llegar. Soy la corriente
que sólo desemboca en el vacío.
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21
Al pie de la escalera y esperando
para mirar tu luz, o ver tu sombra,
casi sin respirar mi voz te nombra
y con la oscuridad te voy mirando.
El frío en tu metal me va olvidando
y el hierro sin calor de esta escalera
parece mi otro yo, también espera
tu mano en sus metales resbalando.
Si tu metal estalla en mil esquirlas
yo quiero ser crisol, en él hundirlas,
mezclarte al mineral de mis caderas.
Disolverte en mi carne , para luego
hundirte sin control entre mi fuego,
resguardados detrás de la escalera.
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22
De mármol, de metal o de madera,
ya en esplendor, o reflejando el daño
de la erosión del tiempo, bajo el baño
de sol o lluvia, mi íntima escalera.
No quisiera subirte a la carrera,
ni con la indiferencia de un extraño;
quiero en mi pie sentir cada peldaño,
rozar mi mano tu baranda entera.
No es coronar la cima lo importante,
sino subir, bajar, lento, constante,
como la enredadera que te cubre.
Ni el material me importa ni el estado,
sólo en ti transitar, alborozado,
evidenciando cuanto en ti se encubre.
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23
Pensar en escaleras no me ayuda,
mi mente sin control va imaginando
ser sierpe en tu madero resbalando
con tu dureza entre mi piel desnuda.
Al pie de tus peldaños, ciega y muda,
palmo a palmo me iré desperezando
por entre tus columnas, deslizando
mi cuerpo que despacio se te anuda.
Húmeda, impetuosa, tu estructura
vibrará en los espasmos de locura
de un crepitar palpable, intermitente,
de llamas incendiando tus peldaños.
Entonces no seremos más extraños,
seremos..... dos amantes solamente.
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24
Desde mis pies, en paulatino ascenso,
húmedo avanza el rastro de tu boca,
y entre sesgado y vertical, evoca
grácil y lúbrica espiral de incienso.
Tiernamente agresivo, tan intenso
temblor desencadena, que provoca
crispado espasmo en solidez de roca,
y me hace tan feroz como indefenso.
Se anuncia en el cabello tu llegada,
herida quedas de incruenta espada,
y prisionero yo en fauces de amor.
Manténme en tu exquisito calabozo,
irrumpiendo, aflorando, en mutuo gozo,
tarea de invadida y de invasor.
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25
En la sensualidad de un laberinto
grabado con tus manos y tu boca
lentamente me voy volviendo loca
envuelta con la magia del instinto.
En mis labios te vuelves vino tinto,
y en mis manos tu solidez de roca
envolverlo en caricias me provoca
en mis sedas de púrpura y corinto.
Somos la primavera que se agota
escanciando sabor gota tras gota
en embriaguez perfecta y diletante.
Entonces yo presiento tu presencia,
y me procuro tuya en la demencia
del prodigio infinito de un instante.
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26
Cómo de tu interior se disemina
la más pura libido; cómo fluye
desde la mente al sexo, y distribuye
sobre la piel oleada clandestina.
Sólo yo lo percibo en tu retina,
que de la mía ni se aparta ni huye;
y en tu mano, que firme reconstruye
tensos perfiles que el deseo empina.
Qué intimidad soñada y no tenida,
qué actividad sensual, reverdecida
tras larga etapa en pertinaz sequía.
Y cómo llegas, sin llegar, remota,
por beber de la fuente que en mí brota,
como yo de la tuya bebería.
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27
Escondido en la magia de un soneto
la nostalgia de amar se va quedando
despierta en la distancia, suspirando
por la imagen de aquel amor secreto.
Tu nombre es persistente e indiscreto,
tu entusiasmo en mi piel va dibujando
caricias sin control; vas quebrantando
la escarcha que antes fue mi parapeto.
Y aunque por ti a distancia mi piel arde,
los dos sabemos bien que llegué tarde,
que esto tan sólo ha sido una quimera.
Buscaba un beso y encontré tus brazos
y me voy fragmentando en mil pedazos
en las desesperanzas de la espera.
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28
Soledad que sin ser llamada llega,
en albergue de hielo nos ampara;
sólo el cálido sol dará en la cara
de quien libre a sí mismo se repliega.
Sobre tu piel la escarcha se congrega
en estratos anuales, y separa
tu oscuro mundo interno de la clara,
radiante luz que al exterior navega.
Cuando llamé tu nombre, el sentimiento,
tanto tiempo dormido, cobró aliento,
y en combustión saltaron tus sentidos.
¿Y mañana? Tal vez no habrá mañana,
pero hoy seré una inmensa caravana
trazando en ti infinitos recorridos.
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29
Suspirando en el aire por tu esencia
hundo mis manos tristes en el viento,
y te busco, te anhelo, te presiento
en el umbral doliente de tu ausencia.
Y luego, poco a poco mi impaciencia
obsesionada en encontrar tu aliento
se me vuelve suspiro y sentimiento
y no encuentro tu voz ni tu presencia.
De par en par mi puerta y mi ventana
esperan no sé qué...¡Esperanza vana!
Y se me empieza a desgarrar el pecho.
Pero adivino bien que no hay manera
de enlazar mi cintura en tu cadera...
¡Ni de tenerte nunca entre mi lecho!
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30
Ni la luz plateada de la luna,
ni el destello del sol de mediodía,
pueden reproducir la melodía
de ese suspiro que tu aliento acuna.
Sólo el viento, cruzando una por una
cordilleras y estepas, rompería
en salmo de sutil melancolía,
como el sauce rozando la laguna.
El viento me traería la noticia
de tu mano hacia mí, y en su caricia
sentiría tu tacto y tu perfume.
El viento, que te abraza y que te besa,
a quien tu alma en secreto le confiesa
la inquietud pertinaz que te consume.
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31
Mi noche se ha vestido del diamante
transparente que brilla en tus pupilas,
me venzo en tu mirada, me aniquilas
y vuelvo hacia tus brazos... vacilante.
Y aunque abjuro tu cuerpo tan distante,
en mi piel y en mis manos te perfilas,
y te me vas hundiendo... y te destilas...
gota a gota...insolente...e inquietante.
Entre mi ensoñación te quedas preso,
y tú a mí me encarcelas beso a beso,
y en tus brazos estoy, absurda, inerme.
Amarte así, a distancia, es un suplicio,
tu boca es la atracción de un precipicio
donde quiero caer.....sin defenderme...
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32
Querer, y no querer por no poderlo,
sentir, y renegar de lo sentido,
buscar, y al encontrar, verse perdido,
tener lo que se halló, sin poseerlo.
Mirar, siempre mirar sin lograr verlo,
liberar el deseo reprimido
dentro del sueño, sin estar dormido,
llegar a enamorarse sin saberlo.
Prisión de brazos y de besos sueñas,
y noche a noche gimes y te empeñas
en hacer realidad lo que no es.
Mis palabras en ti fueron el trigo
que hoy son espigas de oro, y no consigo
cosechar la abundancia de tu mies.
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33
Saber que es algo real, y no obtenerlo,
esperarlo, sabiendo que es prohibido,
comprender que es un sueño presentido,
dormirse en la esperanza de tenerlo.
Despertar, y en la sombra apetecerlo,
rastrear con insistencia en el oído,
y entrelazar su voz.con mi gemido,
y en mi prisión de fuego suspenderlo.
Más, los besos y abrazos son cadenas
huyendo entre los dedos como arenas
moldeando sólo el polvo entre los pies...
Tus palabras que en mí trigo sembraron,
hoy son espigas de oro, y se quedaron,
aguardando a que siegues...tanta mies.
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34
Dormir contigo el día rebosante
de confuso fragor de multitudes,
yo ignorante de cargas e inquietudes,
de futuro y pretérito ignorante.
Despertar a la noche susurrante
de cálidos murmullos, de quietudes,
y cuando tu fervor en mí reanudes,
ser de nuevo en tu piel itinerante.
Luna y estrellas, sombras y rumores,
se mantendrán ausentes, exteriores,
sin atreverse a perturbar la paz
que en nuestra media luz se manifiesta.
Como tú y yo sabemos, saben que ésta
es noche intensa, como lo es fugaz.
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35
Palomas transparentes en cascada,
luciérnagas doradas centelleando,
llegan para decir que está llegando
nuevamente el final de la jornada.
¡Cuánta estrella de luz tornasolada
en el cielo impasible está colgando!
Y una estela de plata va iniciando
cual saludo triunfal de la alborada.
El fin de esta jornada se hipnotiza
en la mirada ausente, y la sonrisa,
la espiración etérea, acompasada.
La luna está extinguiendo su bujía,
y allá en el horizonte un nuevo día
entre sus manos trae...otra jornada.
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36
Soneto intenso de catorce besos,
de profundo erotismo en cada rima,
un cuarteto de brazos por encima,
y otro de muslos mutuamente presos.
En los endecasílabos, traviesos
retozos van; se intensifica el clima,
y el poeta a su musa se aproxima,
multiplicando ingresos y regresos.
Un terceto, vibrante y agresivo,
revienta al conseguir el objetivo,
sumiéndose en letárgico reposo.
Lentamente se yergue, oscila inquieto,
formando nuevo, lúbrico terceto,
y sumergiéndose en el mismo foso.
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37
Pienso en ti sin pensar a todas horas,
y sin querer pensar, estoy pensando,
sin desearte mirar te estoy mirando,
sin buscar el amor, tú me enamoras.
Mi jardín en distancia tú desfloras
y semillas extrañas vas sembrando,
y me vas lentamente .reavivando
mi vergel. Y mis huertos re-decoras.
En mis parterres muertos resucitas
nuevas flores, y lirios, margaritas
cuyos pétalos quedan en tus brazos.
Ya me vas deshojando suavemente
y en mi corola lanzas tu simiente
y tu polen dibuja nuevos trazos.
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38
Rosa que la mañana abre al rocío,
rosa que estalla al sol en franca ofrenda,
rosa que borra nombres en mi agenda,
usurpando el catálogo hoy vacío.
Entre tus pétalos mis dedos guío
como siguiendo misteriosa senda,
consciente que por mucho que me extienda,
el fin, como el trayecto, ha de ser mío.
Una por una apartaré tus hojas,
a la vez que tú misma me despojas
del arraigo y apego de otras flores.
Rosa oculta, fragante, hoy a mi puerta,
tanto tiempo dormida, ahora despierta:
no del rosal, son míos tus temblores.
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39
Un punto, sólo un punto al infinito,
impelido en un vórtice estampado
en la impresión de un beso dibujado,
un punto, un sólo punto circunscrito.
Eso soy, sólo un punto mal escrito
entre hojas de papel, encarcelado,
impalpable, .....sutil....desdibujado
en el principio y el final de un grito
Un punto insustancial, apresurado
que se pierde en el aire abandonado
sin ilusión, sin metas, ni esperanza.
Un punto sin final que se ha perdido
inventándose tinta, y se ha dormido
en la oración oculta en lontananza.
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40
El día encubre la insignificancia
de cuanto somos. Nuestra pequeñez
se revela en la noche, cada vez
que intentamos medir nuestra importancia.
Cada estrella es un punto en la distancia,
pero un punto de inmensa solidez;
y un punto somos, punto en desnudez
de grandeza, aunque vasto en arrogancia.
Yo sólo soy un punto, pero ardiente,
persiguiendo a otro punto equivalente,
que se vincule a mí en lazo exclusivo.
Un punto nada más, punto y aparte,
que los margine a todos para amarte,
punto final, en ti definitivo.
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41
La noche es un desliz de oscura seda,
es ave negra que de rama en rama
salpica oscuras ansias en mi cama
como una lluvia de oro sobre Leda.
La noche, negro cisne que se queda
temblando sus latidos como flama,
en lenguas nocturnales se derrama
y oscuros pensamientos desenreda.
La noche es un recuerdo desafiante
que dibuja los labios de un amante
en el perfil sombrío de un sagitario
de sagitas nocturnas, que al acecho
se van fijando a la mitad del pecho
como los días en el calendario....
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42
La noche del olvido es siempre larga,
como es corta la noche del amor;
tal dulce es ésta como aquélla amarga…
¿Qué tiempo hay en tu noche? ¿Qué sabor?
Prolongada es la noche de la espera,
la del logro, veloz se precipita;
¿qué ritmo hay en la tuya, compañera?
Y tu rosa, ¿florece o se marchita?
La noche de uno fluye interminable,
y es la luz de la aurora para dos
inminente amenaza insoslayable…
¿Cómo será la noche del adios?
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43
Tiene mi noche el tiempo desteñido,
gris apagado de las mustias flores,
y en sus pétalos…copa de sabores
con el regusto amargo del olvido.
Es mi noche un reloj ensombrecido,
su ritmo es un tic-tac de sinsabores,
y en mi rosal se sienten los rumores
de una flor que jamás ha florecido.
Nada puedo decir, nada tenemos,
ni ritmo ni sabor, tampoco espera,
ni tiempo, espacio o luces para dos.
Quedan sólo las letras que leemos,
frío que nos heló la primavera,
y la noche…, la noche del adiós.
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44
La noche es un adios negro, es la muerte
cuyo túnel augura una salida;
es la mente indolente, adormecida,
a la espera de que alguien la despierte.
Enemiga de tiempo y luz, convierte
relojes y ventanas en guarida
de hermética tiniebla, donde anida
el afán de vivir, herido, inerte.
En mi noche las rosas se desprenden
de su aroma, los ojos no se encienden,
se hiela la sonrisa, duerme el tacto.
Noche que cae no sólo al fin del día,
mas cada vez que el alma, triste y fría,
parece haber perdido tu contacto.
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45
Sacudo mi melena y en mi mente,
es la noche mi punto de partida,
y entre su oscuridad, estremecida,
me hundiré en el olvido del ausente.
Es un túnel variable, inconsecuente,
brújula en un timón de fe perdida,
tumba donde caeré desvanecida
para cerrar mis ojos suavemente.
Mi noche es esta tumba cabizbaja,
su negrura es tan sólo una mortaja
sin luz ni rosas en el tiempo exacto.
La sonrisa y los ojos se extinguieron
en el mismo momento que perdieron
la ilusión de brillar con tu contacto.
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46
Desmelénate, amor, con el bravío,
frontal arranque de insumisa dama,
sin consideración y sin programa,
con el impulso natural de un río.
Extraviado en el núcleo del gentío,
indecisa la mente te reclama;
sueñan mis manos doble pentagrama
sobre la piel del torso unido al mío.
La cabellera al aire, mi amazona,
y semidescubierta cada zona
donde intenta dormir la intimidad,
te contemplo venir, y forcejeo
con este inevitable titubeo
que mal disfraza mi voracidad.
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47
Hoy tengo sueños en mi piel despierta
arqueando del cabello a los talones,
se han tornado dos copas mis pezones
donde aplaque la sed tu boca abierta.
Nunca una realidad se hizo más cierta
ni hubo aureola mejor, ni galardones,
que abrir tu cremallera y tus botones,
y en tus aguas desnudas ser cubierta.
Yo tengo un sueño que mi sueño roba,
te soñé en la penumbra de mi alcoba
entre las sombras de un juego pagano.
Y después desperté. Pero en mi mente,
aún te tiene la piel del inconsciente,
y aún se siente tu mano entre mi mano.
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48
No sabría decir si hoy te prefiero
vagabunda en tus sueños o despierta,
que aquélla abre de par en par la puerta,
y ésta, real, se inhibe por entero.
Otoño soy, por ti me aprimavero;
sobre tu intimidad mi piel se vierta,
y tu inocencia tímida pervierta,
precediendo el amante al compañero.
En mis sueños hay sed, hambre, explosiones
hay ofertas en flor, sin represiones,
sueños son que persisten, sin dormir.
Suéñame al despertar como dormida,
como te sueño, junto a mí tendida,
tacto integral que no querrás huir.
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49
Pensando, contemplando las paredes
-muros vaporizados en cerveza-
me duele todo el cuerpo en la cabeza,
y la cabeza la extravié en tus redes.
La manera arrogante en que procedes
-como el tigre su efigie despereza-
es el muro inestable en que tropieza
este camino mío al que no accedes.
Sólo queda un resguardo de botellas,
me hundo en la alegría de todas ellas,
en su rancia ebriedad me voy y vengo.
Si en cada sorbo fresco te imagino,
me da lo mismo si es cerveza o vino,
si es la única manera en que te tengo.
|
50
Me buscas en el fondo de tu vaso,
y estoy dentro de ti, pues me has bebido;
consumes tu cerveza, y consumido
me siento de esperar, pues traes retraso.
Te deseo hoy y aquí, no paso a paso,
desnuda junto a mí, yo desvestido,
presta a jugar cualquier juego prohibido
desde la madrugada hasta el ocaso.
Y del ocaso hasta la madrugada;
tu cabeza y mis pies sobre la almohada,
en sensual y recíproca embriaguez.
No necesitarás botella o copa,
pues beberás de mí, mientras arropa
la extensión de mi piel tu desnudez.
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51
Me apabullas, me sitias y me enredas,
hurgas lo más oculto en mis rincones,
y los dos besos justo en mis pezones
se vuelven un temblor bajo mis sedas.
Me muerdes y me mojas, me depredas,
y al transpirar en mí tus sensaciones,
tus dedos rompen vagas convicciones
y en las nuevas fisuras te me quedas.
Yo no he de interrumpirte si perduras
bosquejando esas puertas de locuras
donde tus sueños locos me desvisten.
Yo no he de contenerte, por si acaso
consigues que una vez paso por paso,
somos dos espejismos que sí existen.
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52
La seda que te cubre es un embozo,
artificio que oculta, pero enseña;
en sus pliegues el cuerpo se pergeña,
obra pulida y a la vez esbozo.
Deslizante, en espera del retozo,
es cada curva invitación risueña,
y el tacto adquiere lo que el hambre sueña
cuando avanzo y extiendo, elevo y rozo.
Quiero y no quiero descubrirte entera,
pues sólo adivinarte, desespera,
pero es mágica desesperación.
Y las manos, que insisten, me describen
cuanto encubren los pliegues, y perciben
con doble intensidad la sensación.
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53
Y por más que en tu voz me desordenes,
con tu actuar de "inexperto y solitario",
no has de alcanzar romper mi elucidario,
porque yo he de frenar cuando no frenes.
Si en cruzar las campiñas te entretienes
como un corcel de hierro extraordinario,
contente ante mis vías. Mi calendario
no se encuentra en la ruta de tus trenes.
Mira bien que en mis rieles tanta escarcha
no la enciende ni un tren a toda marcha
ni una caldera ardiendo a todo horario.
Y aunque entiendo tu autárquica osadía,
yo comprendo también que entre mi vía
no hay espacio a tu instinto ferroviario.
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54
Hacia ti por el páramo atravieso;
penacho de humo al avanzar denota
mi vapor a presión, que casi explota
bajo el intenso fuego, tren expreso.
Entre tus vías me detecto preso,
voy sobre ti, y te siento tan remota
que en tu pesquisa mi vigor se agota,
y agonizo en los límites del beso.
Mi rodar incesante no te alcanza,
e incapaz de forjar firme alianza
entre rueda y rail, sigo rodando.
Rodando sigo con mis pretensiones,
y entre tantas desiertas estaciones,
la tuya llegará, quién sabe cuándo.
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55
Como un ferrocarril vuelto al revés,
trastornando el extenso panorama,
escuché tu chiflar, dije "me llama..."
y era sólo el vapor de mi olla exprés.
Sin silbar ni vapor, pensé después
que era tu tren- tu voz- entre la rama,
que estaba tu vapor sobre mi cama...
Y eran las convulsiones de mi estrés.
Hubo en mis venas túneles; tus trenes,
yo los sentí meciéndome en vaivenes,
y era Alzheimer tocándome la puerta.
Pero encendí mi luz por vez primera,
y entonces comprendí que sólo era
una estación de tren vacua, desierta
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56
Ah, tu estación, qué triste y desolada,
sin llegada de trenes, ni viajeros,
somnolienta en sus tonos más austeros,
mudo el ruido, la luz semiapagada.
Tiene aliento de invierno, está cansada
de su vida de inútiles senderos
por donde ya no vagan ni extranjeros
con sonrisa de mueca desmayada.
Tu último tren cruzó hace largos años,
dejándote el andén lleno de extraños
y agrios aromas, huellas y sabores.
Y ahora cerrada estás, en el desierto
de un mundo silencioso, casi muerto,
donde no saben germinar las flores.
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57
No es lo mismo cerrada que vacía,
ni es lo mismo dormida que despierta,
aún permanece mi estación abierta
con la espera del último tranvía.
Y la esperanza llega día tras día
a mi estación tan vacua y tan desierta,
y está de par en par aquella puerta
donde nunca alcanzó ninguna vía.
No ha tocado la orilla de mi andén
ni el sabor ni el aroma de algún tren,
ni tocaron sus ruedas mi sendero.
Yo soy una estación en primavera,
que ha pasado la vida con la espera
de un tren que no trajera...pasajero.
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58
Veo pasar el tren, que no se aleja,
y no sé si soy parte del paisaje,
o parte de un insólito viaje
que ni ansiedad ni indecisión refleja.
Con desdén que ni gime ni festeja,
me siento vagabundo. Ni equipaje
llevo para el trayecto, ni mensaje,
y no presentaré excusa ni queja.
Ahora es el panorama el que desliza
su pantalla gigante, que matiza
de luz y de color el recorrido.
Ya no recuerdo el punto de partida,
pero sé que la meta está escondida
en la estación desierta del olvido.
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59
Ésta estación sus puertas ha cerrado,
y el tren es solo alambre, un amasijo,
no hay nada que decir, todo se dijo,
ni nada que esperar, todo ha acabado.
Pero entre los escombros he notado
un puente en dos miradas, punto fijo
del sueño absurdo donde me dirijo...
al mismo punto donde me has dejado.
Ahora puedes venir, si no te pasma,
ver por sobre las ruinas un fantasma
-este fantasma triste y despreciado-;
pero si has de venir, tan sólo espero
que sepas que al decir "sin pasajero"
estoy deseando un tren...desocupado.
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60
Todas las ruinas humeantes tienen
su fantasma infeliz y macilento,
cuyo ancestral y lúgubre lamento
ni la tiniebla ni la luz detienen.
Pero en todas las ruinas se mantienen,
bajo el escombro inmóvil, polvoriento,
gérmenes de energía en movimiento,
que de la muerte hacia la vida vienen.
Yo excavaré el paisaje de tus ruinas,
nivelando en planicie las colinas,
y erradicando tu desolación.
Se irá el fantasma, sanará la herida,
y resucitará una nueva vida,
que cada pena engendra otra ilusión.
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61
Hoy no voy a dormir, no tengo ganas
de que pase un día más sin un soneto,
así que en tus recuerdos yo me meto,
envuelta en estas ansias espartanas.
Hoy mis palabras me parecen vanas,
y el bolígrafo infame queda quieto...
pero te he de escribir, te lo prometo.
Ahora para rimar ¿ pongo manzanas?
O ventanas, gitanas. Ve, no encuentro
nada porque me siento desde adentro
como una nuez insustancial, vacía...
Lléveme el diablo pues, aquí termino,
léeme la inspiración -que nunca vino-
pues todo te escribí, menos poesía.
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62
Si no logras dormir, vente conmigo,
que una mujer de noche y desvelada
está clamando a gritos ser amada,
y a amarla yo sin límites me obligo.
Las palabras que dices, las que digo,
carecen de interés, no valen nada;
las cumbres de tus senos, tu mirada,
tu piel desnuda es lo que yo persigo.
Si en sequedad se quedan tus palabras,
en humedad te quiero, cuando te abras
y tus muslos abracen mis caderas.
Inspirada estarás, aún sin hablarme,
forjando tal poema al desbordarme
que como Orfeo, amansarás las fieras.
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63
Mis postigos abiertos se han quedado,
y el tiempo intransigente es una lanza
hundiéndose ominosa en la esperanza
de mirarte y saber que no has llegado.
Las puntas de mis dedos te han tocado,
y a través del cristal hurga y te alcanza;
pero no es suficiente, el tiempo avanza
y tu audacia anterior no ha despertado.
Y tengo la sospecha que hasta el cielo
comparte mi temor, y el desconsuelo
de no rozar tu voz ni oír tus manos.
-No estás- pero te mueves en mis venas,
me acaricias, me empapas y me llenas,
-no estoy- y eternamente tan cercanos.
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64
Me lloraste en ausencia, y no advertiste
que aún sin estar, dentro de ti he vivido;
¿no has llegado a escuchar el estallido
de este deseo que hacia ti persiste?
Innumerables veces te desviste,
sin que tu mente lo haya percibido;
soy yo el temblor de ese placer prohibido
que surge intenso y finaliza triste.
Me llevas en las yemas de tus dedos,
tímidos dibujantes, o torpedos
irrumpiendo en tu proa en explosiones.
Habré partido, pero estoy contigo,
soy de tus actos único testigo,
causa y efecto de tus sensaciones.
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65
Noche en gris cadavérica y escuálida,
sus fantasmas rondando mi contorno,
esqueléticas garras que a mi entorno
circundan con su túnica más pálida.
La noche es una luna triste, inválida
ciega y sorda al rilar de mi trastorno,
mariposa que no acertó el retorno
al resguardo infantil de ser crisálida.
Imprudentes e incógnitos los grillos,
envuelven en sus cantos mis tobillos
respirando en mi vientre escalofríos.
Luciérnagas de incrédulos destellos
se tornan confusión en mis cabellos
y me pierdo en la noche y su desvío.
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66
Puede ser gris la tarde si distante
el eco de tu voz duerme apagado;
la noche que te acerca a mi costado,
nunca oscura será, sino radiante.
Ya seas residente o visitante,
tu nombre en mi alma quedará tatuado,
ciprés en mis entrañas arraigado,
y en mis ríos de sangre, navegante.
Vana es la longitud del recorrido
si merma intensidad a lo vivido,
dame más calidad, menos cuantía.
Deslígate del tiempo y sus barreras,
olvida inviernos, gesta primaveras,
y brillen nuestras noches como el día.
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67
Mira pues, me cansé de ser sensata
y tu voz hoy mi piel ha desdoblado,
hoy me re-invento gata en tu tejado
y soy tan sólo una hedonista innata.
Ya el nudo de mis muslos se desata
y absorbiendo tu cuerpo enajenado
te hundiré entre mi lago apasionado
que agobia, y estimula, y arrebata.
Realmente me aburrí de mi sosiego,
y quiero que te quemes en el fuego
que me duele, me quema y me dilata.
Quiero el gotear de tu alma sacudida
en cada espacio y curva de mi vida,
y ronronear tu piel...como una gata.
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68
Tu maullido he escuchado a mi ventana,
celosa, esquiva, gata zalamera,
siempre abstraída en tu ángulo, a la espera
del mimo, el roce, la caricia humana.
Blanda existencia que jamás se afana,
acompañada más que compañera,
y un mundo fabricado a tu manera,
que sólo se merece, no se gana.
Tengo un amor que igualmente carece
de iniciativa, exige más que ofrece,
no sabes cuánto se asemeja a ti.
Tal vez un día a mi ventana llame,
rogándome que le abra y que le ame…
No sé si entonces le diré que sí.
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69
En las sábanas blancas se consume
mi piel que se desnuda con tus manos.
Vísteme con la gota de perfume
de la humedad ardiente de tus labios.
Si descubres los surcos de mi boca,
de mi miel sentirás el goce incierto,
y sentirás mi mano cuando toca.....
los cauces escondidos de tu cuerpo.
Un relente en tu cuerpo y en el mío,
en el austro sutil de las cinturas...
mojará la aridez de nuestro estío
el crepúsculo gris que se desnuda.
Yo beberé del néctar de tus labios,
tú probarás el fruto de mis senos,
hundirás tu figura entre mis manos
y romperás mi voz en tu silencio.
Y la noche ha de ser nuestro testigo
a nuestra desnudez dará sus velos
y yo seré tan tuya, y tu tan mío....
como distante mar unido al cielo.
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70
En la noche florecen los aromas
que la luz y el estrépito perdieron;
tú, sobre el lecho, a solas, te desplomas
sin esos brazos que te estremecieron.
Nunca enlazar lograron tu cintura,
ni se abrieron tus senos a sus manos,
eres fragancia nueva en noche oscura,
forastera a sentidos tan lejanos.
Y esas tus rosas que a la luz dormidas,
en la vigilia se abren y desvelan,
esas rosas, de carne revestidas,
hoy tiemblan, ambicionan, se rebelan.
Y en el silencio y soledad que crea
el solo abrazo que te ciñe, yace
ese deseo que tu espalda arquea,
del que la posesión es desenlace.
Y yo estaré perdido en lontananza,
en igual soledad y rebeldía,
idéntico deseo, y la esperanza
de que tal desenlace llegue un día.
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