Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Lluvia

Índice

Sonetos:
Lluvia (I) Lluvia (II) Lluvia (III) Lluvia (IV) Lluvia (V) Lluvia (VI) Lluvia (VII) Lluvia (VIII)
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Breverías

2661
Desde el naufragio te hablo, entre olas negras, trozos de madera, entre Dios y el diablo, mientras se me aglomera a un fragmento de ti mi vida entera.

2662
Sólo mi cuerpo existe, con un algo esquemático de vida; y otro algo se resiste dentro del alma herida a morir enterrando tu partida.

2663
Mis manos en tu pelo, que el viento mesurado zarandea, bandera en amplio vuelo, con la que juguetea cada sentido mío, cada idea.

2664
El principio sonríe, y el fin, inexorablemente, llora. Déjame que vacíe mi llanto en esta hora, en que tu ausencia el alma me devora.

2665
Estoy al lado oscuro de cada noche tuya, yo, que enciendo fuentes de luz, y abjuro de cada sombra, viendo cómo te va matando, o sustrayendo.

Sonetos

2906 - Lluvia (I)
Te vi en la esquina el día en que, maltrecha de viento y lluvia, de esperar rendida, confiabas, al pie de la avenida, que las nubes abrieran una brecha. La lluvia, intimidad que nos estrecha, imponiendo esa zona reducida bajo el paraguas, que a la vez convida a ensanchar los confines de una fecha. Me acerqué a ti. La tarde estaba triste. Te ofrecí compañía. Sonreíste. Y aceptaste el apoyo de mi brazo. Vagamos a la luz de las farolas, sorteando los charcos en cabriolas, y en torno nuestro se enredaba un lazo.
Los Angeles, 16 de febrero de 2012
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2907 - Lluvia (II)
Llevas truenos al hombro todavía, y son húmedas nubes tu ropaje; mas sigues junto a mí. Ya no hay paisaje de orfandad por la calle. Hay cercanía. Tu autobús, en retraso, presentía mi paso junto a ti, y en su lenguaje de viejo comprensivo, ‘Es tu viaje’, me telegrafió con picardía. De las mil circunstancias del destino, ésta me tocó en suerte, y ya no atino a andar bajo el paraguas en tu ausencia. No te vayas, mujer. Siga lloviendo, mientras tu dimensión me va envolviendo, que tu brazo es aval de pertenencia.
Los Angeles, 16 de febrero de 2012
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2908 - Lluvia (III)
Llegamos a tu puerta. Tu semblante se entenebrece, y en tus ojos veo la tenue luz del íntimo deseo de que se hallara mucho más distante. No sabes qué decir por un instante, mas al fin, tras ligero titubeo, me invitas a subir. Qué burbujeo, al fondo de mi entraña, espumeante. ‘Sólo un café, que temple y agilice los miembros ateridos.¿Quién nos dice si brindará el azar otra ocasión?’ Y hubo café. Y hubo también un beso. Y hubo tal engranaje que confieso no recordar el plano del salón.
Los Angeles, 17 de febrero de 2012
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2909 - Lluvia (IV)
Amaneció sereno y soleado, como tal vez el mundo al sexto día, cuando, ingenua y desnuda, descubría la primera pareja su bocado. La lluvia, siempre triste, había atado dos cuerpos y almas, e ida, aún mantenía dentro de ambos la mágica alegría de que antes no la hubiéramos dotado. En nuestro propio Edén del cuarto piso, desnudos e inocentes, de improviso nos vimos como tal, y sonrientes. Nadie nos arrojó en vergüenza y furia; porque los vivos cantos de lujuria se vestían de ritmos trascendentes.
Los Angeles, 17 de febrero de 2012
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2910 - Lluvia (V)
Tiempo ya de partir. Hora maldita, de nuestra intimidad interruptora; momento amargo, en que el dolor aflora, dulce nostalgia al gozo circunscrita. La lluvia, al regresar, nos resucita al júbilo de ayer, y corrobora cada acción y palabra que devora la piel de los recuerdos que suscita. Un día lloverá. Y aunque habitemos en dos mundos ausentes, viviremos otra vez, de algún modo, lo de aquí. Yo cerraré el paraguas, y elevando mi rostro al cielo, me estaré empapando de un aguacero con sabor a ti.
Los Angeles, 17 de febrero de 2012
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2911 - Lluvia (VI)
Radiante el día, y a la vez tan triste. No me deleita ya esta primavera. Quieres venir conmigo por la acera, bajo el paraguas, como ayer viniste. Mas hoy a pleno sol. Tal vez no existe desvarío mayor, y se apodera del gentío esa risa tempranera de quien supone, mas no entiende, un chiste. Y nada entre los dos era más serio. Los demás ignoraban el misterio, y la complicidad, de tal acción. No fue simple despliegue antojadizo; mas redescubrimiento del hechizo de nuestra propia transfiguración.
Los Angeles, 18 de febrero de 2012
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2912 - Lluvia (VII)
Y a la orfandad volviste de tu casa, volviéndote a mirarme tantas veces. Te alejas, sí, mas no te desvaneces; no se extingue el calor, queda en la brasa. Es el amor sublevación que arrasa cuanto encuentra a su paso, y tú me ofreces peligro y convulsión, y me estremeces, mas quien pierde en él, vence, no fracasa. He aprendido tus puntos más genuinos, y a ellos regresaré, por los caminos que hacia tu íntimo entorno me has abierto. No soy ya aquél que hace unos días era, pues de mí tu trasfondo se apodera, y a la vida, a tu vida, me despierto.
Los Angeles, 19 de febrero de 2012
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2913 - Lluvia (VIII)
Llegué sin ti, y contigo, a la oficina, tú tan parte de mí como mi aliento; emergías en cada documento, en cada pasadizo, en cada esquina. Todo de tu figura se ilumina, todo lleva tu aroma y movimiento, y no me queda ya más pensamiento que el que viene de ti y en ti termina. Debo escuchar tu voz, la necesito; y al intentar llamarte, casi grito de angustia, al no saber dónde estarás. Esperar a las cinco de la tarde… Tantas horas, oh Dios, para quien arde en esta viva llama que me das.
Los Angeles, 19 de febrero de 2012
Diseño: Carmen Álvarez
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