Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Introspección

Índice

Sonetos:
Mis noches Dimensiones Transparencia A veces llama el mar Voy apagando fuegos Derecho a elegir
Poemas:
Lluvias
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Breverías

2366
Sembramos de cadáveres la senda que nos conduce a no sabemos dónde, por creer demasiado en la leyenda a que la vida apenas corresponde. Y al cabo de los años distinguimos los huesos blanqueando en las cunetas, y únicamente al fin nos admitimos que sólo en nuestros rostros hay caretas.

2367
Los ánsares, huyendo del invierno, vuelan de norte a sur. Les he tatuado el nombre de ella, en prueba de mi fe. Cada amante sabrá en su fuero interno, al mirarlas pasar, que la he amado; a ella, en su olvido, no se lo diré.

2368
Enséñame a vivir, que estoy muriendo. Nunca aprendí las normas de la vida. Sólo un fragmento aquí, y allá un remiendo, ni aceptable lección ni comprendida. Tú, que sabes de piel y de temblores, cuyo abrazo ha alcanzado otras cinturas, la de muslos abiertos y en sudores, adéntrame en tus zonas más oscuras.

2369
Hay una honda tristeza en la mirada de mi perro; parece que lo entiende. Lo miro y lo acaricio. Tan callada su forma de expresión, pero trasciende.

2370
Te busqué en clubs de noche, y en paisajes de atardecer con aires de acuarelas; floté en la brisa múltiples mensajes, seguí tu rastro en calles y plazuelas; me sumergí en tu busca entre la gente,, y al no hallarte, empecé a perder mi fe. Renuncié a mi pesquisa diligente, y al dejar de buscarte, te encontré.

Sonetos

2480 - Mis noches
Mis noches te rodean, son jauría en conjunta misión de guerra y paz, es su afán anatómico y voraz, mas es también quietud, galantería. Tal vez se te apagó la melodía de mis versos en flor. Todo es fugaz. O tu alborozo de hoy te hace incapaz de restaurar pretérica alegría. Mis noches, tensas aún, y solitarias, te asedian, y sus bombas incendiarias son como fueron, aunque no las ves. No intentarán tomarte por asalto, mas quedaré de pie, sobre el asfalto; sé que fui el antes y ahora es el después.
Los Angeles, 21 de octubre de 2010
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2481 - Dimensiones
Eres de longitud, y eres de altura; a lo largo de ti me claveteo, y en torno a ti transcurro y serpenteo midiendo palmo a palmo tu estatura Siempre a tientas, vereda y escultura, horizontal y vertical, me empleo paralelo a tu línea, y te espoleo; y me instigas, de juicio a travesura. Oh, acoplamiento de función constante, de pie o tendido, amante con amante, sin desfallecimiento, sin medida. Estoy y voy contigo, lecho y senda, ya te acompañe o junto a ti me tienda, en mí tu doble dimensión fundida.
Los Angeles, 21 de octubre de 2010
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2482 - Transparencia
Siempre he esperado la palabra clara, dardo de luz, enfático sonido, fundiéndose en pupila y en oído, sin adjetivo que la respaldara. Arpón mental, fusil que se dispara desprovisto de ornato, dirigido frontal y en línea recta de sentido, que idea exacta o intención declara. Y tantas veces sólo escucho el eco, máscara de verdad, concepto hueco, que soslayo al llegarme, indiferente. Si has de hablarme, despoja tu coloquio de estéril elocuencia y circunloquio, venga hacia mí, desnuda y fiel, tu mente.
Los Angeles, 23 de octubre de 2010
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2483 - A veces llama el mar
A veces llama el mar, con su promesa de apremiante naufragio, y llama, y llama. Su mensaje en rumores se derrama, ola tras ola que persiste y besa. No consigo ignorarlo. Me lo expresa en susurro de espuma, o lo proclama desde el rompiente que áspero encarama, o en resoplar de caracola; y esa reiteración socava la estructura de mis defensas, y una sepultura de agua salobre emerge en mi razón. No sé cómo ni cuándo, mas intuyo que ha de abrazarme el mar, y hacerme suyo, y no lo hallo motivo de aflicción.
Los Angeles, 23 de octubre de 2010
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2484 - Voy apagando fuegos
Voy apagando fuegos lentamente que debieran haber sido extinguidos años atrás; en júbilo encendidos, por mí o por alguien, en entraña y mente. Esos fuegos que emergen de repente, ya en rastreo de lenguas o estallidos, no aciertan a morir cuando vencidos, agonizando larga, largamente. Agazapados quedan en la brasa como perro a la puerta de la casa que no consigue erguirse ni dormir. Vivieron su apogeo y amainaron. Como a corceles que se lesionaron, es preciso ayudarles a morir.
Los Angeles, 24 de octubre de 2010
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2485 - Derecho a elegir
Sigo andando, aunque todos los caminos se me duplican en bifurcaciones: bien y mal, realidades e ilusiones, quietud y acción, cordura y desatinos. Hay senderos abiertos, clandestinos, metas prohibidas, lícitos rincones, que complican o impiden las opciones, pariendo efectos graves o anodinos. Sólo multiplicándome podría afrontar cada senda, hacerla mía, ensayando a mi gusto cada extremo. Mas hombre exiguo soy, condicionado por derecho a elección, ciego invitado a optar por lo banal o lo supremo.
Los Angeles, 24 de octubre de 2010

Poemas

Lluvias
Me llueven tantos días sobre el alma, de cielo siempre gris. ¿Por qué no llueven días esplendorosos, que me calen de luz hasta la mente, de susurros arqueándome la espalda, de pétalos de rosas y claveles? Luevan sobre la vida días de gozo, estremeciendo el vientre con rigidez de músculos erectos, con calor y sudores de dos pieles. Gris es la piedra, y lleva en su quietud desinterés perenne. Rojo y azul son la pasión y el canto, y la esperanza es verde. El gris es el barniz, la indiferencia, o apocamiento que jamás se atreve. La lluvia es gris, naciendo en días grises que achatan al caer cuantos relieves la pasión de vivir ha ido tallando en mi perfil con precisión de orfebre. Qué días tan pesados, incoloros, derramándose van sobre mi frente, empapándome el alma de nostalgias hasta en sus más oscurecidos pliegues. Hay lluvias optimistas que aportan blanda luz, que nos encienden, despertando al muchacho que llevamos dormido al fondo, que se nos adhieren al armazón del cuerpo, y se nos filtran, agitando el espíritu indolente. Y uno siente el impulso de descalzarse, y sobre el fresco césped, percibir su caricia en nuestras plantas, o por cuantos senderos se retuercen en torno a las aldeas, chapotear, eufórico y rebelde, el espejo fugaz de cada charco, tornándose de nuevo adolescente. Tal vez creamos nuestras propias lluvias, y la lluvia real es la de siempre.
Los Angeles, 21 de octubre de 2010
Diseño: Carmen Álvarez
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