Breverías
1881
Hoy regresas a mí, tan añorada,
y no encuentro palabras que decirte.
Amante fuiste, amiga, camarada,
y sólo quedó un tú lejano al irte;
un tú, si tibio aún sobre la almohada,
que ni consiente hablarte ni escribirte.
Se me hundió a tu partida cada idea,
y ya mi lengua sólo balbucea.
1882
¿Me miras como ayer? No, ya no miras
con ojos de sonrisas envolventes,
de lanzadas de luz, porque retiras
tus labios secos de las viejas fuentes,
porque es ajeno el aire que respiras,
y hormigueas en ásperos ambientes.
Hoy tu mirada es neutra, desalada;
cuánto me dijo ayer, y hoy casi nada.
1883
No sé si un día despertar quisiera
cuanto en ti se durmió;
ni si mi voz de “Lázaro, sal fuera”
reviviría lo que ya murió.
Tal vez te miraría con la duda
de si tu voz es íntima y directa;
y tal vez viéndote otra vez desnuda
hallaras mi actitud más bien correcta.
1884
¿Qué haré de tus palabras, que hoy intentan
adentrarse en mi oído
ataviadas de túnicas arcaicas?
No vi disfraz entonces. ¿Representan
lo que son en verdad bajo el vestido,
o son tan sólo fórmulas prosaicas?
1885
El retrato enmarcado del amante
cayó de bruces sobre el guardarropa,
bajo el ágil impulso de su mano,
como incapacitando al vigilante.
Provocativa me ofreció una copa;
me hizo el amor…, y me sentí lejano.
Sonetos
1875 - Quizá regrese
¿Sabes que ya no canto, que la casa
duerme en silencio o pálida agoniza?
Esta casa glacial, tan quebradiza
como una copa de cristal. Fracasa
la luz en sus ventanas, ya no hay brasa
caldeando el hogar, sólo ceniza,
y se hace indiferente, tornadiza,
tu presencia de ayer, sombra que pasa.
De la alcoba al jardín, de éste a la sala,
y a la alcoba otra vez; me circunvala
no sé si tu fragancia o tu memoria,
pero es algo más débil cada día.
Quizá regrese al canto, a la alegría,
cortando el eslabón de nuestra historia.
Los Angeles, 8 de junio de 2008
1876 - A la deriva
Una noche de abril. El oleaje
era grito en la roca. Las tabernas
del puerto eran silencio. Las linternas
eran lanzas de luz en el paisaje.
Y me amó al aire libre. Su lenguaje,
arpa de cuerdas lúbricas, mas tiernas,
y el doble arco de brazos y de piernas,
la anunciaban angélica y salvaje.
Y así fue: Virginal, desenfrenada,
apenas sosteniendo la mirada,
y arrojándose al punto a la ofensiva.
La dejé proceder. Era su instante.
Pero al nombrarme su primer amante
dejó mi corazón a la deriva.
Los Angeles, 9 de junio de 2008
1877 - Es mi vida
Tuve una etapa intensa, prolongada,
que ya no es triste ni condenatoria;
como cualquier suceso o cada historia,
su gloria tuvo, mas quedó truncada.
Sin gritos la tapié. Si mutilada
sentí el alma y la mente exploratoria,
cerré a llave el arcón de la memoria,
y pretendí que no quedaba nada.
Y comencé otra etapa. Yo no puedo
permanecer inmóvil, ni concedo
que los muertos declaren mi derrota.
Entiérrense a sí mismos. De mi vida
sólo respondo yo, y hoy me convida
a vivirla de nuevo gota a gota.
Los Angeles, 9 de junio de 2008
1878 - Una mujer
En el jardín renuevan sus colores
adelfas y magnolias; encubierta
la primavera ha estado, y hoy despierta
con revuelo jovial de ruiseñores.
Una mujer en esplendor de amores
y voluptuosidad llama a la puerta;
no inquiero su intención; clara y abierta
flota en sus ojos, vibra en sus temblores.
La invito a entrar. Su paso decidido
es palabra inequívoca. Ha venido
proclamando en silencio su deseo.
Se detiene un momento. Me analiza
por la mirada el alma, y me desliza
su piel junto a la mía. Y la poseo.
Los Angeles, 10 de junio de 2008
1879 - ¿Cómo la pude amar?
¿Cómo la pude amar, si mi cabeza
era un hervor de enigmas e inquietudes,
si aún tengo que enterrar los ataúdes
de los tres años muertos? Cada pieza
de mi engranaje interno se tropieza
con otra, y me confunde. Multitudes
de ideas me suguieren actitudes
vastas en duelo, exiguas en belleza.
¿Cómo la pude amar? Tal vez no fuera
ese profundo amor que se apodera
de memoria, emoción y voluntad.
Tal vez fue sólo esperanzado intento
de aletargar afecto y pensamiento,
de negarme a mí mismo la verdad.
Los Angeles, 10 de junio de 2008
1880 - Expectativa
¿Sabes que no te he visto y ya te espero?
Ah, qué galante riesgo en ambos lados;
¿recogeremos sueños mutilados,
o globos de oro al pie del limonero?
Llevo la indecisión del ballestero
disparando en la noche a los venados
entre los robles, sobre los tejados,
casi al azar por páramo y otero.
Y en esta incitación, casi emboscada,
nos conocemos poco, apenas nada,
y eso forja tal vez la expectativa.
Ah, poderío arcano de la mente,
que si fuera algo más clarividente,
quizá sería menos agresiva.
Los Angeles, 10 de junio de 2008
1881 - En orfandad perdidas
Recogeré caricias indefensas
pertinentes a tantas otras vidas
que en melancólica orfandad perdidas
errantes van en convicción de ofensas.
Y a nadie han ofendido. Si propensas
a autoreprobación, y desvalidas
nos aparecen, es porque vendidas
o abandonadas fueron. Tal vez piensas
que tus caricias aún te pertenecen.
No es así. Mientras amas, permanecen;
si abandonas, se van por los caminos,
renegando de ti, de tu contacto,
en busca de otras manos, de otro pacto,
de otros ofrecimientos más genuinos.
Los Angeles, 10 de junio de 2008
1882 - Cuando
Cuando madure al fin esa presencia
que a golpes de esperanza hemos fraguado;
cuando logre tener, alborozado,
tu rostro entre mis manos, y la urgencia
de mis sentidos en efervescencia
deje mi dorso tenso y arqueado;
cuando la daga hincada en mi costado
florezca en algazara, no en dolencia;
cuando la espera sea un tren lejano
que al fin partió y se aleja por el llano,
dejándonos desierta la estación;
cuando no contemplemos el paisaje,
ni hagamos otro plan de otro viaje…
tendremos plena compenetración.
Los Angeles, 10 de junio de 2008