Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Gritos del silencio

Índice

Sonetos:
Olvido Mariposa Testigo (I) Testigo (II)
Poemas:
Con tus propios ojos Feria de abril Cansada
seperador

Breverías

1836
Antes de ti, yo, sin pensar, dormía. Desde que a mí viniste, precisaba pensar en ti para quedar dormido. Y ahora la noche es dura travesía que no me lleva al sueño, y no se acaba, pensando en ti, desde que te he perdido.

1837
Tengo la piel cubierta de paisajes invisibles: tus labios, y tus dedos, y el estampado de tu propia piel. Los estimé indelebles maquillajes, atavíos de amor, hoy ya remedos sobre los que preciso otro pincel.

1838
Las amplias, vívidas conversaciones, de antaño se nos han descolorido, la ágil risa, las hondas emociones, en fría, adusta fosa se han hundido. Nos queda apenas un recuerdo vago de lo que sucedió, más nebuloso a medida que el tiempo haga su estrago, más débil cada vez, más soledoso.

1839
Pienso que te inventé, que no has vivido fuera de mi opulenta fantasía, que mi indigencia emocional ha sido quien te creó tal como yo quería. Si esa imagen se me ha desvanecido, y con ella el amor y la alegría, dirigiré la mente creadora a otra ficción más esperanzadora.

1840
Por la calle me miran sorprendidos de no verte a mi lado, de la mano; íbamos ambos como dos sonidos sincrónicos, saltando del piano, siempre en el mismo acorde entretejidos, ya en lo insólito, ya en lo cotidiano. Y ahora me ven confuso, solitario, alma perdida sin itinerario.

Sonetos

1858 - Olvido
El olvido es hermano de la muerte, si olvido, mato, si me olvidan, muero; es verdugo, también sepulturero, y en tal miseria a todos nos convierte. Es en el mártir en quien más se advierte la noción de morir; fiel viajero abandonado al borde del sendero, que intenta, sin lograrlo, hacerse fuerte. No tiene vuelta atrás. Hacia delante, bloqueada la ruta, es caminante sin fe, sin esperanza, sin destino. Es decir, está muerto. Quien olvida, mata conscientemente, y en su vida la marca llevará del asesino.
Los Angeles, 27 de marzo de 2008
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1859 - Mariposa
Hacia la luz, inquieta mariposa, vuela en su torno hasta incidir en ella; peligrosa será, pero es tan bella como es la amante a quien padece esposa. Sólo es vida la vida si azarosa, y sólo quien con vocación de estrella por la noche encumbrada marca huella, alcanzará estructura luminosa. Juega a su alrededor, y con las alas, color y acción de tus mejores galas, coquetea la llama parpadeante. Tal vez te abrasarás, tal vez perezcas. Tal vez mejor así, que languidezcas sin adquirir intensidad de amante.
Los Angeles, 27 de marzo de 2008
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1860 - Testigo (I)
¿Quién yace junto a ti? ¿Quién te despierta a las dos o las tres de la mañana con esa interminable caravana de dedos cabalgándote una oferta? No me ves, pero estoy junto a la puerta de tu alcoba que, en noche ya lejana, fue en parte cuna, en parte barbacana, de una pasión tan fiel como encubierta. Tanto de mí quedó entre estas paredes que casi nada me siguió, y no puedes imaginar de cuánto soy testigo. Podrías, si leyeras mis poemas, que tanto hablan de ti. Pero no temas, nadie sabrá que he sido más que amigo.
Los Angeles, 28 de marzo de 2008
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1861 - Testigo (II)
¿Este se irá también? No te atribules, así veas hundirse tu autoestima. La misma tierra va de clima a clima, la flor del rojo vivo a los azules, del sauce el mirlo va a los abedules, del monte al mar el río se aproxima; todo fluye, quien ama y quien lastima, lo importante es que nunca capitules. Que el momento que vives sea pleno, que tú des miel, aunque te den veneno, que cada día sea memorable. Pero no me hagas caso, habla la mente; si el corazón dijera lo que siente… oh, Dios, que soledad intolerable.
Los Angeles, 28 de marzo de 2008

Poemas

Con tus propios ojos
Quisiera verme con tus propios ojos, desde dentro de ti, con la tersura con que los vi mirarme antes de ser tocados por la bruma que enturbió tu mirada; cuando yacente junto a mí, desnuda, no descendi a los senos, ni a los muslos, porque el amor, el sexo, la dulzura se hallaban en su fondo, como el sol y el paisaje en la laguna. He visto tantas cosas con los míos… Te he visto a ti también, como quien busca respuesta a enigmas de futuro ambiguo, incapaz de escapar su propia duda. Yo sé cómo te veo, aunque incompleta; siempre hay zonas oscuras que el ojo no penetra; no sé cómo me ves; por eso buscan mis ojos, por detrás de tus retinas, mi propio rostro; ver cómo me escuchas, si mis palabras sobre ti resbalan, o si empapada quedas por su lluvia. No quiero hablarte en brisa pasajera, quiero ser ola que te arrastre y cubra. Quisiera verme con tus propios ojos, y escuchar desde ti cuando me escuchas.
Los Angeles, 28 de marzo de 2008
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Feria de abril
En la Feria de Abril bailan muchachas que nacieron bailando, rumor de castañuelas en la cuna, palmadas en el cuarto. Hoy hacen lo que han hecho año tras joven año, sin esfuerzo, con gracia, en plazuelas, casetas, en los blancos rincones de Triana, al sol, entre azulejos y naranjos. Allí estarás, con tus lecciones frescas, tus vueltas estudiadas, ensayando revuelos del vestido, filigranas de manos. Una voz te acompaña, ronca de manzanilla, en cada paso, y una guitarra que en sus cuerdas llora lo que han llorado tantos: ‘La mujer que yo amaba, la que me quiso, ya no me llama amante, me llama amigo. Ay, cómo duelen, el amor que se queda, y el que se pierde.’ Las mujeres te observan con fingida indiferencia, criticando el garbo, el estilo, la falta de solera, la artificial postura de los brazos. Los hombres te devoran, y lo sabes. En tu cabeza un nubarrón de pájaros despierta confusión embriagadora; libre en tu vida ya, como un disparo. Vuelven a lamentar voz y guitarra en los tonos de siempre, tan nostálgicos: ‘No se me va el recuerdo de lo que tuve, aún me quema, me sangra, y me consume. Y en tu memoria, sólo hay pétalos secos de antiguas rosas’. Es la noche guirnalda interminable, sonido y luz, cantares y saraos, y tú sigues la danza, libre de ligaduras de veinte años. El ya no te dirá que tus escotes parecen descarados, que la falda es muy corta, que a dónde vas, qué vas a hacer, y cuándo. Has rescatado ya tu propia vida, y la vas a vivir, mas no a mi lado. Yo no restringiría tus acciones, eres hermosa, lúcelo. Que el llanto, tan familiar y tan amigo, nunca vuelva a ofrecerte su brebaje amargo. Sin él, sin mí, euforia redimida, libre como los pájaros. Baila, mujer, olvídate de todo, de que te estoy mirando, de que me amaste un día, de que ese día ha muerto, y en tus brazos sólo hay girones de aire en esta noche tibia, sin pasado.
Los Angeles, 29 de marzo de 2008
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Cansada
Se te cierran los ojos. La fatiga no sabe distanciar, y ya estás lejos. Has ido recorriendo tu camino en solitario, pero no hacia dentro, sino en fuga de mí, no con premura, sino a paso lento, como a veces se aburren los amantes, siendo al fin devorados por el tiempo. Pareces tan cansada… Te acosan los ejércitos del sueño, pero no es sólo el peso de los párpados, es también confusión en el cerebro, y es el alma, flotando ya vacía, y la armonía interna, ya silencio. Cuando el amor parece estar dormido, es porque ya se ha muerto. Estás cansada, sí. Son tantas horas en la brega diaria, tan de hierro se te ha vuelto la vida que era de oro, y la ilusión de mármol, tan de viento. Se te han intercalado dos cansancios, y lo sabes muy bien. También es cierto que reiterando una razón, a veces, más que justificar, se da un pretexto. Estás cansada, sí, casi te duermes, pero hacia mí te has ido ya durmiendo lentamente quizá, quizá no tanto, es tan imaginario el movimiento… Cansada, muy cansada, te dormías, pero después, insomne sobre el lecho, te abrazaba, tan frío, otro cansancio, e intentabas dormirlo. Desde lejos se perciben las cosas como imágenes nadando en el espejo. No es la vida, pero es casi la vida, y se ven tantas cosas, tantos gestos… Anda, vete a dormir, estás cansada. Te recuperarás de los dos sueños.
Los Angeles, 29 de marzo de 2008
Diseño: Carmen Álvarez
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