Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
En tal punto

Índice

Sonetos:
Mi hora sedienta Hogar Cartas En tal punto ¿Resurrección? Desde tu puerta Esta mutua verdad Lágrimas
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Breverías

1511
Verde enramada de ansias y gemidos sobre mí, abovedada, se despliega, y me besan los labios encendidos de la palabra que de ti me llega. Horizontes cercanos, definidos, del alma desbordante y andariega, que indaga sin hallar, y al fin regresa en la medida sólo en que se expresa.

1512
Vendrás por el camino de la tarde con deseos redondos sobre el pecho, y se alzará, invitándote, en el lecho sagrada pira que por ambos arde.

1513
Te conoció el cerebro, luego el tacto, y su opinión, vibrante y elocuente, te motivó a ratificar un pacto que comprendías ser insuficiente.

1514
Invento nombres y te los ofrezco como quien da pulseras y collares, y si acepto los tuyos, similares, es pensando que no me los merezco.

1515
Lo sabes ya, quienes vinieron antes vísperas fueron de ulteriores fiestas; hoy es la bacanal de los amantes, lo de ayer fueron ráfagas y siestas.

Sonetos

1500 - Mi hora sedienta
Ayer te vi. Qué inesperadamente llegó el otoño, sin pregón ni aviso; racimos de oro emergen de improviso colmándome las manos. Vehemente, y envuelta sólo en brisa transparente, avanzas hacia mí, temple insumiso, como quien no requiere de permiso, madura, y a la vez adolescente. Materia moldeable y creadora, arcilla yo también, y mano autora, ambos de barro y ambos alfareros. Hoy el azar benévolo combina mi hora sedienta y tu agua cristalina, ánfora compañera en mis senderos.
Los Angeles, 8 de julio de 2006
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1501 - Hogar
Se vuelve siempre al punto en que se nace; si se nació al amor, éste no muere; podrá dormir hasta que se libere, si la fatiga llama al desenlace; podrá languidecer cuando se abrace a una forma vacía que confiere no más que fuegos fatuos, o que hiere, pero al final resurge y se rehace. No en el mismo lugar, ni a igual usanza, ni tal vez en idéntica alianza, ni a análogo nivel, pero subsiste. Hoy vuelvo a ese lugar de nacimiento, reconstruído al fin desde el cimiento, al fuego y a la luz que tú encendiste.
Los Angeles, 12 de julio de 2006
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1502 - Cartas
Guardo tus cartas como partituras de piezas de piano, de canciones, cuyos acordes mudos son pregones proclamando tus íntimas locuras. Tan libre en tu expresión, sin ataduras, y sin necesidad de aclaraciones, llegaste a mí, no en letras, en visiones de desnudez angélica, tan puras. Allí estás tú, como eres, transparente, siempre tan informal, tan elocuente, como quien a sí mismo se perfila. Yo escucho tus palabras al leerte, y profundizo en ti, pues logro verte, y me penetras por cada pupila.
Los Angeles, 12 de julio de 2006
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1503 - En tal punto
Gota a gota me vences cada día, colmada el alma de ti misma queda; cada palabra tuya se me enreda como una malla inmaterial lo haría. Pero de noche no hay hegemonía, ni vencedor ni derrotado; rueda la suerte equilibrada, hierro y seda, por los senderos de la anatomía. La vertical es cetro y arrogancia, áspero desnivel, hueca distancia, los ojos a la altura de otros pies. Vente a mi horizontal, que tu victoria no sea desigual ni divisoria en tal punto sin antes ni después.
Los Angeles, 13 de julio de 2006
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1504 - ¿Resurrección?
El amor tiene tantas sepulturas…; y en mármol negro dejará esculpida cada fecha de entrada y de salida, cada nombre que llora desventuras. Duerme un silencio espeso en las oscuras lápidas; el ciprés, enhiesto, olvida tanta muerte, y apunta hacia la vida, pero ya nadie mira a las alturas. Tantas flores marchitas, tanto duelo pensado singular, mas paralelo a cada otro infortunio, otra aflicción. ¿Será tal vez que si el amor perece su música finalmente enmudece, o esperaremos su resurrección?
Los Angeles, 13 de julio de 2006
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1505 - Desde tu puerta
No sé qué hacer con tanto escalofrío, tanto temblor de manos, de rodillas, como viene de ti hacia mis orillas, flujo insistente de tu mar bravío. En mis propios dominios me extravío, ciego y sordo, rubor en las mejillas, pues las mínimas cosas, tan sencillas, ejercen sobre mí gran poderío. En el perímetro que me bordea todo es extraño, como si mi aldea, salvo una puerta, se me hiciera extraña. Y es de esa puerta, bajo tus balcones, de donde vienen las tribulaciones que sacuden el fondo de mi entraña.
Los Angeles, 13 de julio de 2006
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1506 - Esta mutua verdad
La voz de tu soñar, la que me grita desesperadamente, si despiertas, al ver que van cerrándose las puertas, antes de par en par a mi visita. La voz de mis recuerdos, la que habita tan al fondo del alma que no aciertas a escuchar sus reclamos, sus ofertas, aunque a través de mi actitud te invita. Voces que se no se traban ni se trenzan, dos líneas paralelas, que comienzan en dirección precisa, y no se tocan. ¿Qué hacer para que captes mis clamores, y vuelvas a los sueños forjadores de esta mutua verdad que ellos provocan?
Los Angeles, 14 de junio de 2006
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1507 - Lágrimas
Tú que sabes llorar, aunque disfrazas tan alongados, súbitos regueros, con gestos elegantes, placenteros, como intentando sonreir; que abrazas ocultando tu rostro, y amordazas los gemidos con ecos de boleros… Qué extraña tu canción, qué forasteros los tonos semialegres que entrelazas. Tan elocuente puede ser el llanto, tan revestido de emoción, de encanto, que ocultas, al negarlo, su belleza. Y la tuya también. Ojos acuosos devienen dulcemente luminosos, iris ornamental de la tristeza.
Los Angeles, 14 de julio de 2006
Diseño: Carmen Álvarez
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