Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Temblara la llama

Índice

Sonetos:
Treinta días El mar, tu mar A mí también En la separación Desnudos Lejos Ven y duerme conmigo
seperador

Breverías

1027
Me siento amado y esperado, e irreversible es mi destino hacia ese amor que se me ha dado entre lo humano y lo divino; aún sin estar enamorado, hacia él hipnótico camino; su entrega es fiel, su abrazo, fuerte, su paz no requerida. Muerte.

1028
Mide la habitación, toda desnuda, del lecho a la ventana, y vuelta al lecho; rocío de sudor rueda en su pecho, se detiene, sonríe, se me anuda. Sobre su piel mis dedos. Suave roce. Nuevo descubrimiento en cada lance. Mi tacto horada, y quedan a mi alcance fragmentos de alma que ella aún desconoce.

1029
Tormento a largo plazo, y alborozo para un día no más. Ambos lo vimos. Y aunque ambos lo aceptamos, nos hundimos en el mar sin riberas del sollozo. Ya no quiero nadar, mas sumergirme. Quiero perder la luz, llegar al fondo. ¿Alguien llama?. No estoy, no le respondo. Dile que en el dolor fui a diluirme.

1030
Fría lluvia en el rostro, honda tristeza que apaga el cielo, enciende la amargura, y abre a los pies siniestra sepultura que hace tambalearse a la cabeza. Lluvia obstinada, mano de uñas largas, arañando los pliegues de la mente; lluvia lenta, callada, persistente, ahogando el alma en lágrimas amargas.

1031
Lámparas encendidas, con aroma de inciensos orientales; trémulas sombras sobre los murales de vidas muertas que hoy recobran vidas. Absurda paradoja; la media luz revive trazo y tono, pero en mi soledad y mi abandono, la vida de sí misma se despoja.

1032
Persigo cada imagen que me evoca tu propia imagen, tan de mí alejada; tiendo la mano, que el vacío toca; quedo sólo conmigo, con mi nada. Atrapado en mí estoy, bola y cadena, prisionero en mi propio calabozo, y un rectángulo azul que me envenena, ciega esperanza que no afluye al gozo.

1033
Quiero beber la luz, la primavera, beberlas con tus ojos en los míos, aunque progrese la cruel frontera de los inviernos álgidos, sombríos; quiero beber la luna, y la palmera, y el mar, y las estrellas, y los ríos..., cuanta belleza el universo incluye, trasvasártela, y ver que de ti fluye.

1034
No sé si mis poemas te requieren, o les reclamas tú, mas por ti nacen; a ti van, en ti quedan, satisfacen su pasión de vivir; sin ti se mueren.

Sonetos

720 - Treinta días
Treinta días, un mes, nuestro primero, con el alma rodando entre las manos envuelta en los mensajes cotidianos que pavimentarían el sendero. Cada palabra fue ágil mensajero de esperanzas y júbilos lejanos, de piel, latidos, sueños tan tempranos que parecieran aire pasajero. Revistiéronse pronto de firmeza, hermanados de gozo y de tristeza, cabalgando ilusiones y dolor. La marcha de las horas, dura y lenta, quiebra la mente, el ánimo revienta, pero aún así, me afirmo en este amor.
Los Angeles, 1 de marzo de 2003
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721 - El mar, tu mar
El mar, el mar, violento o apacible, en playa de rumor, roca de estruendo, oleaje de arcángeles muriendo con beso suave o látigo irascible. Dentro de ti otro mar se hace posible, que semejantes rasgos va exhibiendo, mismas aguas amargas irrumpiendo ya en tenue flujo o ráfaga inflexible. Tus huellas en la arena se evaporan, tus infortunios en silencio lloran, agua que en agua incurre y se intercala. Agravio ayer, mañana incertidumbre, y hoy soledad envuelta en pesadumbre, triple daga feroz que te apuñala.
Los Angeles, 2 de marzo de 2003
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722 - A mí también
A cuestas llevo una canción tan triste que me sangra la espalda con su peso; entre los labios se me muere un beso de tantas veces que a nacer insiste; la carne, despoblada, se reviste de temblor que no lleva nombre impreso; y en la pulpa apresada en cada hueso callado grito de dolor persiste. Qué turba de posibles desfigura mi oscura realidad, y la fractura en los fragmentos mil que van rodando. Te repartes en varias direcciones, y es una más de tus revelaciones que a mí también, también, me estás amando.
Los Angeles, 3 de marzo de 2003
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723 - En la separación
“¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe cuando me siento triste, y te siento lejana?” (Neruda)
Si hoy o mañana en tacto fueras mía, no ya en fugacidad, en permanencia ignorante de dudas y de ausencia, cómo tu propia vida absorbería. La muerte, hoy tan cercana, tan sombría, sería un ángel negro en decadencia, olvidando clepsidras y violencia, y entonando quizá una melodía. No sé qué melancólica tristeza sube del corazón a la cabeza, nublando sentimiento y percepción. Y en esa niebla, atónito y distante, logro verte más grácil y radiante... ¿Te amaré aún más en la separación?
Los Angeles, 3 de marzo de 2003
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724 - Desnudos
Me desvisten sus ojos, y los míos van deshaciendo lúbricos el nudo del borde de su blusa, y al desnudo fluyen los senos libres como ríos. Me desvisten sus manos, desafíos que mis manos aceptan, y saludo cada temblor con arrebato mudo, rozando intimidad y escalofríos. Y desnudos quedamos, frente a frente, en atención inmóvil. De repente, nace un abrazo de infinita calma; como el aire de abril sobre la rosa, sobre el ciprés la noche silenciosa..., y a través de mi cuerpo le di el alma.
Los Angeles, 6 de marzo de 2003
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725 - Lejos
Tantas ausencias, tantas lejanías, forjadoras de acerbas soledades, kilómetros geográficos, de edades, de ideas, intenciones, fantasías. Arrancamos de alegres melodías, de esperanza inicial, de intensidades, y nos devoran las adversidades de tiempo, espacio y sus melancolías. ¿De qué sirven las nubes, las estrellas, si no consiguen imprimir sus huellas en la piel, aunque estén en la retina? Lejos es apellido de la muerte, algo que floreció, que yace inerte, viejo palacio en lamentable ruina.
Los Angeles, 6 de marzo de 2003
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726 - Ven y duerme conmigo
Cada noche me acuesto en la estructura de sábanas de acero, y su dureza, su frialdad, su rígida tristeza, me oprimen con rigor de sepultura. Sólo tu mano cálida, segura, traerá esa elástica delicadeza que poda el luto, lima la aspereza, funde el acero a golpes de ternura. Con ella ausente, temblará la llama de mis sueños; sin ella se derrama el agua de mi cántaro, mi fe. Ven y duerme conmigo, en alianza de cuerpo y alma, que la noche avanza, y el corazón ya casi no te ve.
Los Angeles, 6 de marzo de 2003
Diseño: Carmen Álvarez
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